[Redcercana] Artículo sobre Islandia

LiliaN Rugeles liliamrugeles1 en gmail.com
Mie Abr 27 22:26:32 CEST 2011


Este señor es profesor de Filosofía de la U. de Zaragoza.

    Islandia no, Magreb sí                              Las movilizaciones
en Islandia no pueden ser presentadas por los medios con simpatía, sino con
preocupación.

26/02/2011 JUAN MANUEL Aragüés

· El Periódico de Aragón <http://pdf.elperiodicodearagon.com/>



Siguiendo con la cuestión que abordaba hace unos días, la silenciada
revolución islandesa, que ha supuesto un vuelco en el panorama político de
esta pequeña nación europea, hay que preguntarse cuál es el motivo de que un
hecho de estas características no haya tenido reflejo mediático, mientras
que cada día nos desayunamos, comemos y cenamos (TVE ha llegado a tener tres
periodistas en El Cairo) con los sucesos del Magreb, con las revueltas
populares de Túnez, Egipto o Libia.

Vaya por delante que entiendo que lo normal es lo que está sucediendo,
informativamente hablando, con el Magreb, es decir, que sucesos de tal
transcendencia sean recogidos por los medios. Lo que resulta sorprendente,
desde esa presunta objetividad de los medios, encargados, en teoría, de
contarnos lo que sucede, es el silencio que se cierne sobre Islandia.
Porque, si en Islandia ocurren cosas, ¿por qué no nos las cuentan? Por ello,
me atreveré a proponer una hipótesis explicativa.

El tratamiento que los medios están realizando de los acontecimientos del
Magreb subraya que son movilizaciones de carácter democrático contra
regímenes de carácter autoritario. No vamos a entrar ahora a valorar que, de
la noche a la mañana, regímenes amigos, y en algunos casos puestos como
ejemplo, véase Túnez, se hayan convertido en feroces dictaduras a las que
ese faro de la libertad y la democracia que se llama Occidente exige respeto
a los derechos humanos y libertades. No vamos a hablar de ello, ni de esa
hermana monarquía marroquí, tan amada por nuestra Corona. Lo que sí voy a
subrayar es que se describen las movilizaciones como movilizaciones de
ciudadanos, se ha dicho textualmente, que "quieren ser como los europeos".
Es decir, somos tan magníficos que todo el planeta desea ser como nosotros.
Resulta difícil saber con qué objetivos se mueven las masas en el Magreb,
incertidumbre que, en el fondo, carcome a nuestros gobiernos. Sin duda, los
proyectos políticos serán diversos: desde islamistas radicales hasta
liberales, pasando por comunistas, nacionalistas, etc. Pero el mensaje
mediático es claro: quieren ser como nosotros. Es una manera de subrayar lo
afortunados que somos, pues no tenemos que recurrir a poner en peligro
nuestras vidas para alcanzar la libertad: ya somos libres. Tanto, que somos
la envidia del planeta. Podemos continuar con nuestra siesta democrática,
abismados ante la televisión, y decidir con tranquilidad, y muy
democráticamente, quién nos representa en Eurovisión o si la mano del
defensa en el área fue o no penalti. ¡Vote, vote usted!

Las movilizaciones en Islandia, ésas que se han cargado dos gobiernos, que
han exigido el encarcelamiento de los jerifaltes económicos del país, que se
han negado a asumir las deudas de los bancos, que han promovido una asamblea
popular para redactar una nueva Constitución, que han dado un corte de
mangas al FMI y a los mercados, esas movilizaciones no pueden ser
presentadas por los medios con simpatía, sino con preocupación. Porque
subirían al escenario a un pueblo que, lejos de doblegarse, de asumir deudas
ajenas e imposiciones irracionales, ha dicho basta. El efecto de imitación
que provocan los medios es brutal. La televisión estuvo en el centro de las
revueltas de los países del Este, que comenzaron a imitarse los unos a los
otros; lo ha estado en las revueltas del Magreb, con los efectos que estamos
advirtiendo. Por eso es preciso silenciar a Islandia, o poner sordina a las
diez huelgas generales de Grecia, no vaya a ser que a los europeos nos dé
por pensar que, hombre, igual tienen razón los islandeses y ya vale de que
nos tomen el pelo. Y empezáramos a reunirnos en las plazas, y a coger
cacerolas, y a decirles a los Tanto-monta-Monta-tanto
(PP-PSOE-CIU-PNV-PAR-CC) que hasta aquí hemos llegado.

Aquel volcán islandés de nombre impronunciable, aquel que llenó Europa de
cenizas, sirve de perfecta metáfora para lo que acontece. El volcán político
del norte debe ser silenciado, pues su nombre --no recuerdo bien si es
democracia o participación popular--, en nuestras geografías políticas
neoliberales, resulta impronunciable. Es preciso borrar las huellas de su
erupción.

Profesor de Filosofía. Universidad de Zaragoza
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