<h3><span style="font-size: 16pt; color: black;" lang="ES-TRAD"><span><span style="font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; font-size: 7pt; line-height: normal;">Este señor es profesor de Filosofía de la U. de Zaragoza. <br>
</span></span></span></h3><h3><br></h3><h3><span style="font-size: 16pt; color: black;" lang="ES-TRAD"><span><span style="font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; font-size: 7pt; line-height: normal;">
</span></span></span><span style="font-size: 16pt; color: black;" lang="ES-TRAD">Islandia no, Magreb sí</span></h3>
<h4><span style="color: black; font-weight: normal;" lang="ES-TRAD"><span><span style="font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; font-size: 7pt; line-height: normal;">
</span></span></span><span style="color: black; font-weight: normal;" lang="ES-TRAD">Las movilizaciones en
Islandia no pueden ser presentadas por los medios con simpatía, sino
con
preocupación.</span></h4>
<p style="margin-bottom: 0.0001pt;"><span style="color: black;" lang="ES-TRAD">26/02/2011
JUAN MANUEL Aragüés </span></p>
<p><span style="font-family: Symbol; color: black;" lang="ES-TRAD"><span>·<span style="font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; font-size: 7pt; line-height: normal;">
</span></span></span><span lang="ES-TRAD"><a rel="nofollow" href="http://pdf.elperiodicodearagon.com/" target="_blank"><span>El Periódico de Aragón</span></a></span><span style="color: black;" lang="ES-TRAD"></span></p>
<span style="font-size: 12pt; color: black;" lang="ES-TRAD"><br clear="all">
</span>
<div>
<p style="margin-bottom: 11.25pt; line-height: 15pt;"><span style="color: black;" lang="ES-TRAD"> </span></p>
<p style="margin-bottom: 11.25pt; line-height: 15pt;"><span style="color: black;" lang="ES-TRAD">Siguiendo
con la cuestión que abordaba hace unos días, la silenciada revolución
islandesa, que ha supuesto un vuelco en el panorama político de esta
pequeña
nación europea, hay que preguntarse cuál es el motivo de que un hecho
de estas
características no haya tenido reflejo mediático, mientras que cada día
nos
desayunamos, comemos y cenamos (TVE ha llegado a tener tres periodistas
en El
Cairo) con los sucesos del Magreb, con las revueltas populares de
Túnez, Egipto
o Libia.</span></p>
<p style="margin-bottom: 11.25pt; line-height: 15pt;"><span style="color: black;" lang="ES-TRAD">Vaya
por delante que entiendo que lo normal es lo que está
sucediendo, informativamente hablando, con el Magreb, es decir, que
sucesos de
tal transcendencia sean recogidos por los medios. Lo que resulta
sorprendente,
desde esa presunta objetividad de los medios, encargados, en teoría, de
contarnos
lo que sucede, es el silencio que se cierne sobre Islandia. Porque, si
en
Islandia ocurren cosas, ¿por qué no nos las cuentan? Por ello, me
atreveré a
proponer una hipótesis explicativa.</span></p>
<p style="margin-bottom: 11.25pt; line-height: 15pt;"><span style="color: black;" lang="ES-TRAD">El
tratamiento que los medios están realizando de los acontecimientos
del Magreb subraya que son movilizaciones de carácter democrático
contra
regímenes de carácter autoritario. No vamos a entrar ahora a valorar
que, de la
noche a la mañana, regímenes amigos, y en algunos casos puestos como
ejemplo,
véase Túnez, se hayan convertido en feroces dictaduras a las que ese
faro de la
libertad y la democracia que se llama Occidente exige respeto a los
derechos
humanos y libertades. No vamos a hablar de ello, ni de esa hermana
monarquía
marroquí, tan amada por nuestra Corona. Lo que sí voy a subrayar es que
se
describen las movilizaciones como movilizaciones de ciudadanos, se ha
dicho
textualmente, que "quieren ser como los europeos". Es decir, somos
tan magníficos que todo el planeta desea ser como nosotros. Resulta
difícil
saber con qué objetivos se mueven las masas en el Magreb, incertidumbre
que, en
el fondo, carcome a nuestros gobiernos. Sin duda, los proyectos
políticos serán
diversos: desde islamistas radicales hasta liberales, pasando por
comunistas,
nacionalistas, etc. Pero el mensaje mediático es claro: quieren ser
como
nosotros. Es una manera de subrayar lo afortunados que somos, pues no
tenemos
que recurrir a poner en peligro nuestras vidas para alcanzar la
libertad: ya
somos libres. Tanto, que somos la envidia del planeta. Podemos
continuar con
nuestra siesta democrática, abismados ante la televisión, y decidir con
tranquilidad, y muy democráticamente, quién nos representa en
Eurovisión o si
la mano del defensa en el área fue o no penalti. ¡Vote, vote usted!</span></p>
<p style="margin-bottom: 11.25pt; line-height: 15pt;"><span style="color: black;" lang="ES-TRAD">Las
movilizaciones en Islandia, ésas que se han cargado dos
gobiernos, que han exigido el encarcelamiento de los jerifaltes
económicos del
país, que se han negado a asumir las deudas de los bancos, que han
promovido
una asamblea popular para redactar una nueva Constitución, que han dado
un
corte de mangas al FMI y a los mercados, esas movilizaciones no pueden
ser
presentadas por los medios con simpatía, sino con preocupación. Porque
subirían
al escenario a un pueblo que, lejos de doblegarse, de asumir deudas
ajenas e imposiciones
irracionales, ha dicho basta. El efecto de imitación que provocan los
medios es
brutal. La televisión estuvo en el centro de las revueltas de los
países del
Este, que comenzaron a imitarse los unos a los otros; lo ha estado en
las
revueltas del Magreb, con los efectos que estamos advirtiendo. Por eso
es
preciso silenciar a Islandia, o poner sordina a las diez huelgas
generales de
Grecia, no vaya a ser que a los europeos nos dé por pensar que, hombre,
igual
tienen razón los islandeses y ya vale de que nos tomen el pelo. Y
empezáramos a
reunirnos en las plazas, y a coger cacerolas, y a decirles a los
Tanto-monta-Monta-tanto (PP-PSOE-CIU-PNV-PAR-CC) que hasta aquí hemos
llegado.</span></p>
<p style="margin-bottom: 11.25pt; line-height: 15pt;"><span style="color: black;" lang="ES-TRAD">Aquel
volcán islandés de nombre impronunciable, aquel que llenó
Europa de cenizas, sirve de perfecta metáfora para lo que acontece. El
volcán
político del norte debe ser silenciado, pues su nombre --no recuerdo
bien si es
democracia o participación popular--, en nuestras geografías políticas
neoliberales, resulta impronunciable. Es preciso borrar las huellas de
su
erupción.</span></p>
<p style="margin-bottom: 11.25pt; line-height: 15pt;"><span style="color: black;" lang="ES-TRAD">Profesor
de Filosofía. Universidad de Zaragoza</span></p>
</div>