[Ecoseny.Actualitat] article opinió: Rebelion de los indignados. Notas desde la Plaza Tahrir de Barcelona-Antentas-Vivas
Angels Vendrell
angelsvendrell a yahoo.es
div maig 20 09:25:53 CEST 2011
La rebelión de l a s indignad a s.
Notas desde la Plaza Tahrir de Barcelona
Josep Maria Antentas
Profesor de Sociología de la Universitat Autónoma de Barcelona (UAB)
Esther Vivas
Centro de Estudios sobre Movimientos Sociales (CEMS) de la Universitat
Pompeu Fabra (UPF)
Ambos son autores de Resistencias Globales. De Seattle a la Crisis de Wall
Street (Editorial Popular, 2009) y participantes en la acampada de Plaza
Catalunya
+ info: http://esthervivas.wordpress.com/
Ya no hay dudas. El viento que ha electrizado el mundo árabe en los
últimos meses, el espíritu de las protestas reiteradas en Grecia, de las
luchas estudiantiles en Gran Bretaña e Italia, de las movilizaciones
anti-Sarkozy en Francia...ha llegado al Estado español.
No son estos, pues, días de business as usual. Las confortables rutinas
mercantiles de nuestra “democracia de mercado” y sus rituales electorales
y mediáticos se han visto abruptamente alteradas por la irrupción
imprevista en la calle y el espacio público de la movilización ciudadana.
Esta “rebelión de l a s indignad a s” inquieta a las élites políticas, siempre
incómodas cuando la población se toma en serio la democracia...y decide
empezar a practicarla por su cuenta.
Hace dos años y medio, cuando la crisis que estalló en septiembre de 2008
se rebeló de proporciones históricas, los “amos del mundo” vivieron un
breve momento de pánico alarmados por la magnitud de una crisis que no
habían previsto, por su falta de instrumentos teóricos para comprenderla y
por el temor a una fuerte reacción social. Llegaron entonces las vacías
proclamas de “refundación del capitalismo” y los falsos mea culpas que
fueron evaporándose poco a poco, una vez apuntalado el sistema financiero
y ante la ausencia de un estallido social.
La reacción social ha tardado en llegar. Desde el estallido de la crisis,
las resistencias sociales han sido débiles. Ha habido un sesgo muy grande
entre el descrédito del actual modelo económico y su traducción en acción
colectiva. Varios factores lo explican, en particular, el miedo, la
resignación frente la situación actual, el escepticismo respecto a los
sindicatos, la ausencia de referentes políticos y sociales, y la
penetración entre los asalariados de los valores individualistas y
consumistas.
El estallido actual no parte, sin embargo, de cero. Años de trabajo a
pequeña escala de las redes y movimientos alternativos, de iniciativas y
resistencias de impacto más limitado han mantenido la llama de la
contestación en este periodo difícil. El 29S abrió también una primera
brecha, aunque la desmovilización posterior de las direcciones de CCOO y
UGT y la impresentable firma del pacto social cerró la vía de la
movilización sindical y, ahondó aún más si cabe, el descrédito y
desprestigio de los sindicatos mayoritarios entre la juventud combativa y
quines ahora protagonizan las acampadas.
Indignados e indignadas!
La “indignación”, tan de moda a través del panfleto de Hessel es una de
las ideas-fuerza que definen las protestas en marcha. Reaparece así, bajo
otra forma, el “Ya Basta!” que entonaron los zapatistas en su alzamiento
del 1 de enero de 1994, entonces la primera revuelta contra el “nuevo
orden mundial” proclamado por George Bush padre tras la primera guerra del
Golfo, la desintegración de la URSS y la caída del muro de Berlín.
“La indignación es un comienzo. Uno se indigna, se levanta y después ya
ve”, señalaba Daniel Bensaïd. Poco a poco, sin embargo, se ha ido pasando
del malestar a la indignación y de ésta a la movilización. Estamos ante
una verdadera “indignación movilizada”. Del terremoto de la crisis,
empieza a surgir el tsunami de la movilización social.
Para luchar no sólo se requiere malestar e indignación, también hay que
creer en la utilidad de la acción colectiva, en que es posible vencer y en
que no todo está perdido antes de empezar. Durante años los movimientos
sociales en el Estado español hemos conocido esencialmente derrotas. La
falta de victorias que muestren la utilidad de la movilización social y
hagan aumentar las expectativas de lo posible ha pesado como una losa en
la lenta reacción inicial ante la crisis.
Precisamente ahí entra la gran contribución de las revoluciones en el
mundo árabe a las protestas en curso. Muestran que la acción colectiva es
útil, que “sí se puede”. De ahí que éstas, igual que la menos mediática
victoria contra los banqueros y la clase política en Islandia, hayan sido
un referente desde el comienzo para las y los manifestantes y activistas.
Junto con el convencimiento de que “es posible”, de que se pueden cambiar
las cosas, la pérdida del miedo, en un momento de crisis y dificultades,
es otro factor clave. “Sin miedo” es precisamente uno de los eslóganes que
más se han sentido estos días. El miedo atenaza todavía una gran mayoría
de los trabajadores y los sectores populares y éste da alas a la pasividad
o a las reacciones xenófobas e insolidarias. Pero la movilización del 15M
y las acampadas expanden como una mancha de aceite un poderoso antídoto
para el miedo que amenaza con desmontar los esquemas a una élite dirigente
al frente de un sistema cada vez más deslegitimado.
El movimiento del 15M y las acampadas tiene un importante componente
generacional. Como cada vez que estalla un nuevo ciclo de luchas, emerge
con fuerza una nueva generación militante, y la “juventud” como tal
adquiere visibilidad y protagonismo. Si bien este componente generacional
y juvenil es fundamental, y se expresa además en algunos de los
movimientos organizados que han tenido visibilidad estos días como
“Juventud Sin Futuro”, hay que remarcar que la protesta en curso no es un
movimiento generacional. Es un movimiento de crítica al actual modelo
económico y a los intentos que la crisis la paguen los trabajadores con un
peso fundamental de la juventud. Precisamente el reto es que, como en
tantas ocasiones, la protesta juvenil actúe como factor desencadenante y
catalizador de un ciclo de luchas sociales más amplio.
El espíritu antiglobalización de vuelta
El dinamismo, la espontaneidad y el empuje de las protestas actuales son
las más fuertes desde la emergencia del movimiento antiglobalización desde
hace más de una década. Irrumpido internacionalmente en noviembre de 1999
en las protestas de Seattle durante la cumbre de la OMC (aunque sus
antecedentes se remontan al alzamiento zapatista en Chiapas en 1994), la
ola antiglobalizadora llegó rápidamente al Estado español. La consulta
por la abolición de la deuda externa en marzo de 2000 (celebrada el mismo
día de las elecciones generales y cuya realización fue prohibida en varias
ciudades del Estado por la Junta Electoral) y la fuerte movilización para
participar en la contracumbre de Praga en septiembre del 2000 en contra
del BM y el FMI fueron los primeros signos de arranque, en particular en
Catalunya. Pero su masificación y ampliación llegarían con las
movilizaciones contra la cumbre del Banco Mundial en Barcelona en los días
22 y 24 de junio de 2001, cuyo décimo aniversario está a punto de
cumplirse. Justo diez años después asistimos al nacimiento de un
movimiento cuya energía, entusiasmo y fuerza colectiva no habíamos visto
desde entonces. No será éste, pues, un décimo aniversario nostálgico. Todo
lo contrario. Vamos a celebrarlo con el nacimiento de un nuevo movimiento.
Las asambleas estos días en Plaza Catalunya (y, sin duda, en todas las
acampadas que recorren el Estado empezando por la de Sol en Madrid) nos
han dado momentos impagables, de aquellos que suceden cada mucho tiempo y
que marcan un antes y un después en las trayectorias biográficas de quines
participan en los mismos y en la dinámica de las luchas sociales. El 15M y
las acampadas son auténticas “luchas fundacionales” y síntomas claros que
asistimos a un cambio de ciclo y que el viento de la rebelión sopla de
nuevo. Al fin. Una verdadera “generación Tahrir” emerge, como antes lo
hizo una “generación Seattle o “generación Génova”.
A medida que el impulso “antiglobalizador” fue recorriendo el planeta,
siguiendo a las cumbres oficiales en Washington, Praga, Québec, Goteborg,
Génova o Barcelona, miles de personas se sintieron identificadas con estas
protestas y una gran diversidad de colectivos de todo el planeta tuvieron
la sensación de formar parte de un mismo movimiento, del mismo “pueblo”,
el “pueblo de Seattle” o de “Génova”, de compartir unos objetivos comunes
y sentirse partícipes de una misma lucha.
El movimiento actual se inspira también en los referentes internacionales
más recientes e importantes de luchas y de victorias. Busca situarse en la
estela de movimientos tan dispares como las revoluciones en Egipto y Túnez
o la victoria en Islandia, ubicando su movilización en un combate general
contra el capitalismo global y la élite política servil. Dentro del propio
estado español, las manifestaciones del 15M y ahora las acampadas, en un
ejemplo simultáneo de descentralización y de coordinación, dibujan una
identidad compartida y una comunidad simbólica de pertenencia.
El movimiento antiglobalización tuvo en su fase de ascenso en el punto de
mira a las instituciones internacionales, OMC, BM y FMI y las firmas
multinacionales. Después, con el inicio de la “guerra gobal contra el
terrorismo” proclamada por Bus hijo, la critica a la guerra y a la
dominación imperialista adquirieron centralidad. El movimiento actual
coloca en el eje de la crítica a una clase política, cuya complicidad y
servidumbre ante los poderes económicos ha quedado más expuesta que nunca.
“No somos mercancías en manos de políticos y banqueros” rezaba uno de los
eslóganes principales del 15M. Se enlaza así la crítica frontal a la clase
política y a la política profesional y la crítica, no siempre bien
articulada y coherente, al actual modelo económico y a los poderes
financieros. “¿Capitalismo? Game over”.
Hacia el futuro
El futuro del movimiento iniciado el 15M es imprevisible. A corto plazo el
primer reto es seguir ampliando las acampadas en curso, ponerlas en marcha
en las ciudades donde todavía no hay y conseguir que, por lo menos,
continúen hasta el domingo 22. A nadie se le escapa que las jornadas del
21, día de reflexión, y del día 22, día de las elecciones, van a ser
decisivas. En estos dos días la masificación de las acampadas es
fundamental.
Es necesario también plantearse nuevas fechas de movilización, en la
estela del 15M, para seguir manteniendo el pulso. El reto principal es
mantener esta dinámica simultánea de expansión y radicalización de la
protesta que hemos vivido los últimos días. Y, en el caso específico de
Catalunya, buscar sinergias entre la radicalidad y las ansias de cambio de
sistema expresados el 15M y en las acampadas, con las luchas contra los
recortes sociales, en particular en sanidad y educación. La acampada de
Plaza Catalunya se ha convertido ya en un punto de encuentro, un poderoso
imán, de muchos de los sectores en lucha más dinámicas. Se trata de
convertirla en un punto de encuentro de las resistencias y las luchas, que
permita tender puentes, facilitar diálogos, y propulsar con fuerza las
movilizaciones futuras. Establecer alianzas entre las protestas en curso,
entre los activistas no organizados, y el sindicalismo alternativo, el
movimiento vecinal, los colectivos de barrio...es el gran desafío de los
próximos días.
“La revolución empieza aquí...” coreabámos ayer en Plaza Catalunya. Bueno,
al menos lo que comienza es un nuevo ciclo de luchas. De lo que no hay
dudas ya es que, más de una década después del ascenso del movimiento
antiglobalización y dos años después del estallido de la crisis, la
protesta social ha vuelto para quedarse.
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