[LaCrisi-paguinElsRics] ¿Com lluitar contra el capital? - 10 Propostes per a l a lluita obrera

CAJEI - Formació formacio en cajei.cat
Mie Abr 1 19:21:34 CEST 2009


Ei companyes,
us passo un text sobre la crisi capitalista i respostes des de la classe
treballadora a Euskal Herria, hi ha aspectes que es poden aplicar als
Països Catalans, salvant les distancies.
Salut!

¿Cómo luchar contra el capital? - Diez propuestas para la lucha obrera

El Estado está salvando al capitalismo. Por tanto, hay que acabar con el
Estado burgués y hay que crear uno, dos, tres… cien Estados obreros y
populares, independientes e internacionalistas


Los organizadores de un debate público que tendrá lugar el 1 de abril en
la kulturetxe Koldo Mitxelena de Donostia, sobre la crisis capitalista
actual, me han hecho llegar las preguntas que siguen, con la petición de
que las respuestas sean breves y concisas. El debate adquiere mayor
importancia tras haberse conocido la convocatoria de una Huelga General en
Hego Euskal Herria para el próximo 21 de mayo en protesta contra la
explotación capitalista.

Pregunta 1: ¿Cómo caracteriza tu organización / partido la situación de
crisis económica que vivimos en Euskal Herria? ¿Cuáles son las causas
últimas de la situación de crisis económica actual?

Pregunta 2: ¿Cuáles pueden ser las medidas a tomar? ¿En base a qué
objetivos y reivindicaciones se tomarían?

Pregunta 3: Ante las diferentes iniciativas que toma cada agente social,
sindical y político, ¿ves posible y cómo concibes una lucha unitaria de
amplio espectro por la defensa de las trabajadoras y trabajadores y el
pueblo llano, perjudicados por la crisis?

Respuesta a la pregunta 1: ¿Cómo caracteriza tu organización / partido la
situación de crisis económica que vivimos en Euskal Herria? ¿Cuáles son
las causas últimas de la situación de crisis económica actual?

La crisis capitalista actual en Euskal Herria es el resultado de la
interacción de, como mínimo, cinco factores de diferente peso que han
llegado a fusionarse en una crisis de dominación. Expuestos en orden de
importancia estructural dentro del modo de producción capitalista y dentro
del capitalismo vasco en concreto, son estos: Primero, el accionar lento,
con altibajos, recuperaciones y descensos, de la ley de caída tendencial
de la tasa media de beneficios a nivel mundial. Básicamente hablando, ésta
es la razón última decisiva de la crisis actual, aunque intervienen otros
componentes que analizaremos.

Los beneficios del capitalismo mundial van cayendo como una especie de
goteo permanente desde hace décadas, aunque en algunos capitalismos
concretos se hayan recuperado puntualmente y aunque durante unos años, por
ejemplo, en la segunda mitad de los ’90, esa recuperación fuera algo más
sostenida en varios Estados importantes en la economía mundial. Un goteo
que se incrementa desde comienzos del siglo XXI pese a las sobreganancias
obtenidas por las sucesivas medidas tomadas a partir de entonces, desde la
“nueva economía” hasta la burbuja financiero-inmobiliaria, pasando por la
ingeniería financiera de alto riesgo con todas clases de corrupciones y
sobornos, y “economía criminal”, la parte del capitalismo que obtiene sus
beneficios en el tráfico de drogas, armas, prostitución, esclavitud
moderna, ilegalidades múltiples, etc.

Segundo, la caída tendencial de la tasa de beneficios se ha acelerado a
raíz de la catástrofe financiero-inmobiliaria que venía anunciándose desde
hacía unos años, que entró en barrena en verano de 2007 y que se ha
precipitado al abismo desde verano de 2008. Crisis financieras e
inmobiliarias locales y puntuales venían estallando con frecuencia
creciente desde 1987, por poner una fecha conocida, multiplicándose
conforme pasaban los años llegando, por ejemplo, al parón japonés, al
hundimiento de los famosos “dragones asiáticos”, al no menos famoso
“corralito argentino”, etc. En la historia del capitalismo las crisis de
este tipo son producidas por la ciega obsesión de los capitales por
encontrar nuevas ganancias que compensen la caída tendencial de la tasa de
beneficios en su rama industrial, la decisiva a la larga.

Desde el siglo XVII crisis esencialmente idénticas aunque con cambios en
sus formas externas, se han ido dando siempre que se han acumulado grandes
masas de capital que no se invierten en la industria y en sus servicios
porque dan muy pocos beneficios, o porque, dándolos, son inferiores a los
que rinde la inversión bursátil, bancaria y financiera que termina en la
suicida y caníbal especulación insostenible a medio y largo plazo. Más
temprano que tarde, los “globos” estallan causando estragos que pueden
acabar en devastadoras guerras mundiales según agraven el previo desplome
de la tasa mundial de beneficios, aunque durante sus años de gloría y
esplendor sólo los marxistas anunciamos lo que terminará sucediendo,
siendo objeto de toda serie de acusaciones y desprecios.

Tercero, la confluencia de la caída de los beneficios y de la crisis
financiera ha sido especialmente dura en el Estado español y menos en el
Estado francés, aunque ambos procesos han impactado en Euskal Herria,
acelerando la confluencia de diversas crisis parciales existentes en
nuestro pueblo por efecto de la opresión nacional que sufre, por la
ausencia de unidad territorial y estatal que padece, por el egoísmo
ultraneoliberal de sus burguesías, por la pasividad de los partidos y
sindicatos reformistas y estatalistas, etc. En la parte de Euskal Herria
ocupada por el Estado francés, la larga estrategia histórica parisina de
ahogo socioeconómico como base para la liquidación sociocultural,
lingüística e identitaria vasca se ha endurecido con la crisis actual
aumentando aun más el empobrecimiento y la dependencia en todos los
sentidos.

En Nafarroa la alianza entre una burguesía españolista y el Estado español
ha llevado a su economía al monocultivo y a la venta al capital extranjero
de la economía agropecuaria e industrial autóctona, poniendo a este
herrialde en el límite de la indefensión socioeconómica, agravada por la
sumisión y colaboracionismo político-cultural con la burguesía española.
En la CAV por ahora resiste cada vez peor su economía industrial
exportadora, de media tecnología, con muy débil vertebración territorial
vasca y dependiente de la protección económica, política y represiva que
le garantiza el Estado español. Si bien la base industrial del capitalismo
de la CAV le ha permitido resistir un poco más que el resto de economías
los efectos de la crisis en lo que concierne a los beneficios
empresariales, sin embargo las muy abundantes pequeñas empresas están
entrando ya en la zona de peligro, como en Nafarroa.

Cuarto, pero la crisis verdadera la está padeciendo el pueblo trabajador
vasco con tasas muy altas y en ascenso de paro real o encubierto, de
subempleo, de precarización y de empobrecimiento. Lo peor de esta realidad
social en aumento es que se ha ido desarrollando precisamente en los años
de enriquecimiento burgués, y que pese a que se mantiene mal que bien la
tasa de beneficios empresariales, pese a ello, aumenta el empobrecimiento
social y la precarización en la vida, especialmente en la juventud.
Además, mientras la burguesía se enriquece las diversas administraciones
cantonales, forales y autónomas, así como estatales, reducen las
prestaciones y ayudas sociales, los servicios públicos y los salarios
indirectos, o sea, impulsan el empobrecimiento popular aunque las
ganancias empresariales aumentan; del mismo modo, todas las medidas
fiscales y tributarias benefician a la burguesía en detrimento del pueblo
trabajador. El bloque social formado por las mujeres, pensionistas y
jubilados, por la emigración y por la juventud trabajadora, este bloque es
el que más padece el crecimiento de la crisis capitalista.

Y quinto, la cuádruple interacción vista no es completa sin la incidencia
de la crisis política. El método marxista insiste en la conexión
estructural aunque invisible a simple vista en los períodos de “normalidad
democrática” y “paz social”, entre las diversas crisis parciales que laten
y palpitan en el subsuelo social, rescoldos y brasas que nunca se apagan
del todo. La crisis política se sustenta sobre el fracaso constatado de la
trampa estaturaria y foralista impuesta a finales de los ’70 del siglo
pasado; en la necesidad de una represión global creciente por parte
española y francesa, hasta llegar, por ahora, la pucherazo reciente en la
CAV, golpe antidemocrático típico de los débiles regímenes bananeros; en
la incapacidad de los Estados español y francés para imponer
definitivamente sus respectivos nacionalismos e ideologías imperialistas;
en la significativa autoorganización obrera y popular vasca para luchar
por sus necesidades y derechos a pesar de la masiva represión que cae
sobre ella; en los efectos concienciadores de crisis mundiales
estremecedoras como las hambrunas, pandemias, ecológicas,
medioambientales, energéticas y demás, todas ellas relacionadas ya
internamente con la crisis capitalista mundial. La crisis política tiende
a agudizarse en la medida en que estas fuerzas sociales ven cómo las
burguesías impulsan el neofascismo, el autoritarismo militarista, el
terrorismo empresarial y de sexo-género, el irracionalismo cristiano, el
racismo y los nacionalismos imperialistas español y francés.

La crisis capitalista actual es “nueva” en la historia entera de este modo
de producción porque aúna y fusiona en una realidad explosiva componentes
clásicos y permanentes de todas las crisis anteriores con otros
verdaderamente nuevos, como son la crisis medioambiental y ecológica, la
crisis estructural alimentaria y sanitaria, el agotamiento del grueso de
las reservas energéticas vitales. Huyendo aquí de divagaciones sobre si el
capitalismo saldrá o no de esta crisis, sobre cómo saldrá de ella, a qué
costo humano ingente, sobre qué capitalismo resultará de todo ello, cual
será su inseguridad interna y cuánto tiempo transcurrirá antes de que
estalle otra crisis parecida o diferente a la actual, escapándonos de
estas elucubraciones que no podemos resolver aún, sí tenemos que decir que
el capitalismo que sobreviva, si logra hacerlo, será diferente al actual
en muchas cuestiones, manteniendo empero sus constantes esenciales
obligadas: la explotación de la fuerza de trabajo, la mercantilización
generalizada de la vida y la lucha de clases entre una minoría propietaria
de las fuerzas productivas y una mayoría expropiada de todo.

Esta “nueva” crisis, además, adquiere en Euskal Herria unos contenidos
específicos, propios. Por un lado, son contenidos determinados por la
opresión nacional que padecemos, lo que nos incluye en el campo de las
luchas de liberación nacional, de clase y de sexo-género; por otro lado,
al ser una opresión nacional que se ejerce en el capitalismo imperialista,
en la UE, nos incluye en el campo típico de la lucha de clases en su
sentido más duro a la larga por cuanto se libra contra burguesías que han
desarrollado complejos y eficaces sistemas de integración, subsunción y
represión; además, al existir una separación absoluta entre el substrato
esencial de la lengua y cultura euskaldun y el de las lenguas y culturas
indoeuropeas y más concretamente las latinas, en esta medida, nos incluye
en el campo de los pueblos empujados violentamente al borde de su
exterminio mediante la desaparición de su identidad básica, como lo
reconocen todos los informes científicos internacionales; y por último, al
ser la nación europea con más densidad de fuerzas represivas por
habitantes debido a la prolongada resistencia que ofrece, nos incluye en
el apartado de uno de los focos decisivos de la lucha revolucionaria en el
interior del capitalismo imperialista.

Debemos partir de lo aquí visto para poder contextualizar las respuestas a
las dos preguntas que siguen.

Respuesta a la pregunta 2: ¿Cuáles pueden ser las medidas a tomar? ¿En
base a qué objetivos y reivindicaciones se tomarían?

Si nos fijamos en la respuesta a la primera pregunta, la quíntuple crisis,
que forma una sola, ha sido expuesta en orden inversa a la forma visible
externa, es decir, se ha empezado por exponer lo más profundo y oculto, lo
que exige una explicación teórica sustantiva como es el accionar de la ley
de la caída tendencial de la tasa media de beneficio, teoría marxista
básica que ha sido confirmada por la histórica del capitalismos. Luego
hemos ido emergiendo de lo más interno del modo de producción capitalista
hasta lo más externo, a lo que se ve, se siente y se padece en la propia
carne, en le cuerpo colectivo e individual del Pueblo Vasco, como es la
crisis política en su forma descarnada, en la represión, en la densidad de
fuerzas represivas, en la supresión de derechos elementales, en la
legalización de formas dictatoriales encubiertas como es pucherazo
electoral, las ilegalizaciones de partidos y agrupaciones electorales, por
no hablar de las detenciones, torturas, cárceles, etc.

Entre los extremos del fondo y de la superficie, que forman una totalidad
concreta entendible desde la dialéctica del contenido y del continente,
hemos visto la crisis financiera, las estrategias de empobrecimiento
socioeconómico, la debilidad dependiente del monocultivo industrial y de
la venta de la economía autóctona al capital extranjero, la dependencia de
la industria exportadora y de media tecnología hacia el Estado ocupante,
los efectos devastadores del neoliberalismo y de la destrucción de los
servicios sociales y públicos, el aumento del paro y del subempleo, la
precarización del trabajo y de la vida, y las consecuencias mortales de la
imposibilidad de construir un Estado independiente que vertebre la
República Socialista Vasca.

Sin embargo, la respuesta a esta segunda pregunta ha de ser a la inversa:
de lo inmediato y más visible, a lo más oculto e invisible. De la lucha
desde ahora mismo contra los efectos más destructores de la crisis
político-económica y de la opresión nacional, a la lucha a largo plazo y a
escala cada vez más internacional e internacionalista, contra la esencia
inhumana del modo de producción capitalista, una de cuyas leyes
tendenciales es la caída de la tasa media de beneficio. Son varias las
razones que explican por qué tenemos que proceder así, razones que
sinterizan en una sola: la pedagogía de la praxis revolucionaria, pero que
no podemos exponer ahora analíticamente por exigencia del tiempo y
dictadura de los organizadores.

Divido esta segunda respuesta en dos partes porque la segunda pregunta
tiene dos partes. Una dice así: ¿Cuáles pueden ser las medidas a tomar?
Voy a proponer diez medidas expuestas telegráficamente en un orden que no
es de prioridades dogmáticamente designadas sino que refleja la
interacción de problemas, explotaciones, opresiones y necesidades
democráticas que se viven en forma desigual según las circunstancias, como
combinadas en su unidad sistémica. Hay que tener en cuenta que el proyecto
independentista, socialista y antipatriarcal que las anima, envuelve y
estructura debe ser aplicado ya mismo, ahora mismo mejor que mañana; es
decir, que si bien varias de ellas llegarán con el tiempo, la lucha por su
conjunto se desarrollará dentro del capitalismo y del complejo proceso de
avance en la resolución del conflicto armado, del avance a la
autodeterminación y de avance a la independencia vasca.

1. Potenciar la autoorganización obrera y popular en todos los aspectos.
Sí se trata del primer paso imprescindible para aumentar tanto la
confianza en la lucha y en la creatividad como evitar caer en la
dependencia hacia las instituciones dominantes, sus partidos y sindicatos.
La autoorganización conlleva la acción interna, entre las masas, de las
organizaciones revolucionarias existentes, sin sustitucionismos sectarios
y dirigistas, pero sin caer en el culto a la espontaneidad que desprecia
la teoría y las lecciones de otras luchas. Hay que huir de ambos errores:
el dirigismo burocrático y el espontaneísmo ignorante. Además, toda
autoorganización exige y a la vez impulsa a la autogestión del colectivo
autoorganizado, a su permanente autodeterminación en base a la democracia
directa en su funcionamiento interno y, por último, al derecho de
autodefensa del grupo, de sus conquistas, de sus medios organizativos, de
prensa.

2. Exigir y luchar por más derechos políticos, sindicales y democráticos
en general, por detener el deterioro de los pocos derechos que aún
resisten a los ataques represivos. A medio plazo, los grupos
autoorganizados, los movimientos populares y los sindicatos
sociopolíticos, etcétera, empiezan a perder fuerzas ofensivas pasando a la
siempre resistencia defensiva si no logran conquistas democráticas que
faciliten la coordinación estable y ágil entre todos ellos para crear
conjuntamente movimientos más fuetes que actúen como contrapoderes capaces
de detener los ataques que sufren en sus respectivos campos de lucha.

3. Los avances logrados en estas prioridades deben pasar al ataque cuando
las condiciones lo permitan y cuando el contexto lo exija. Para ello es
imprescindible avanzar del contrapoder en las luchas concretas, a
situaciones de doble poder y en especial en los problemas cruciales para
el pueblo trabajador. Una tarea urgente capaz de aglutinar, concienciar y
avanzar es la de exigir responsabilidades a los causantes de la crisis,
sea en el nivel que ésta se materialice. La exigencia de responsabilidades
a los culpables, que no se salgan con la suya, que no sigan
enriqueciéndose con el dolor y el sudor del pueblo, esta reivindicación es
de una actualidad innegable y abre enormes posibilidades de concienciación
y movilización en cualquier lucha. Hay que exigir responsabilidades a
quienes cierran, abandonan y deslocalizan empresas. Desde la corrupción
municipal y política en el barrio y pueblo, hasta las responsabilidades de
los grandes tiburones financieros con sus compinches políticos, pasando
por toda serie de corrupciones, irregularidades y chanchullos intermedios,
en empresas, universidades, instituciones, bancos, diputaciones,
parlamentos, gobiernos…, todo esto debe ser denunciado implacablemente.

4. Si organizar contrapoderes y relaciones de doble poder es imposible dar
el paso al objetivo de desarrollar el control obrero y popular en todas
las situaciones en las que se explote, oprima y domine al pueblo
trabajador. Sin una mínima capacidad de control obrero y popular es
imposible conocer los planes empresariales, su doble contabilidad, sus
proyectos antiobreros, sus planes de despidos o cierre, de
deslocalización, etc. Exactamente lo mismo hay que decir con respecto a
los planes urbanísticos contra los barrios populares, los planes
gubernativos contra los derechos, los proyectos estratégicos para el
capitalismo, es decir, sin un mínimo control obrero y popular no existe
ningún ápice de democracia efectiva, excepto el ritual mecánico de las
elecciones periódicas, ritual admitido por el poder siempre que le sea
beneficioso como lo demuestra la Ley de Partidos Políticos. Junto al
control obrero hay que acabar con el secreto burgués, con el derecho
burgués a su silencio y ocultación de los datos que no le interesa que se
conozcan públicamente. Hay que acabar con el secreto de Estado, el secreto
del capital y el secreto diplomático.

5. Sobre esta base de fuerza y determinación social se ha de exigir la
reinstauración y ampliación de los servicios públicos. La burguesía y el
reformismo han reducido la importancia de estos servicios a lo meramente
económico, pero significan mucho más. Los servicios públicos son
conquistas obreras, reducen la indefensión y la dependencia, aumentan la
sensación de fuerza colectiva y, algo fundamental, aumentan el tiempo
libre y propio que puede ser destinado a la cultura crítica, al debate
colectivo, a la militancia revolucionaria. Cuando el capital reduce los
servicios públicos, además de apropiarse de bienes sociales, también
debilita al pueblo trabajador al cargarlo con más gastos privados, más
tiempo obligatorio e impuesto, más cansancio, más angustias, tensiones y
miedos, más precarización. La destrucción de los servicios públicos
refuerza la ideología individualista burguesa dentro del pueblo
trabajador, si no se la combate a fondo. Muy especialmente, la destrucción
de los servicios públicos refuerza la explotación patriarcal con todo lo
que ello significa.

6. La reducción del tiempo de trabajo explotado es una prioridad urgente
porque el agotamiento psicofísico es uno de los peores enemigos de la
libertad humana. Hay que reducir el tiempo de explotación y el tiempo de
recomposición de la fuerza de trabajo, y aumentar el tiempo libre y
propio. Aunque el tiempo de descanso también sirve para la toma de
conciencia revolucionaria, solamente el tiempo realmente libre, el que se
disfruta cuando la personalidad ya no está encadenada por miedos y
ansiedades, por cansancios y dolores físicos, permite el despliegue de las
cualidades omnilaterales, polivalentes y pluridimensionales de la
creatividad humana. El tiempo de paro apenas permite la concienciación por
la angustia diaria, hace dependiente y sumida a la mayoría de las personas
en paro, tiende a aumentar su individualismo egoísta y a romper la
solidaridad popular y obrera si no hay una sistemática lucha
concienciadora y teórica. Por tanto, hay que luchar por trabajar menos y
trabajar todos, por aumentar el tiempo libre y por reducir lo más posible
las ataduras económicas y psicológicas del tiempo de paro. Muy
especialmente, hay que reducir el tiempo de trabajo doméstico, de
explotación de la mujer.

7. Es mentira la excusa burguesa de que no se pueden crear más empleos.
Hay que exigir que se creen nuevos yacimientos de empleo, y se puede hacer
si se cambian los objetivos y los fines de la política económica, si se
potencia la “economía social”, si se crean empleos públicos no rentables
desde el egoísmo burgués pero muy rentables desde los intereses populares
y obreros: cuidar a la infancia y tercera edad, suavizar la carga de
trabajo psicofísico en multitud de empleos privados y públicos, aumentar
los servicios educativos, culturales, deportivos, crear tiempo sabático
rotatorio, aplicar masivamente tecnología que ahorre trabajo y
diversifique puestos de trabajo, desarrollar la economía verde que es
justo lo contrario que el “capitalismo verde”. Esto y más se puede hacer
si existe voluntad democrática y poder político para hacerlo.

8. Otro objetivo fundamental es racionalizar el gasto y multiplicar los
ingresos públicos desde una perspectiva socialista. Es decir, imponer una
reforma fiscal progresiva que haga que paguen más quienes más tienen, que
paguen menos los que menos tienen, que paguen más cuanto más altas son las
herencias y patrimonios privados, etc. Hay que reducir los gastos
improductivos: las sectas religiosas que vivan de sus ingresos privados,
los sueldos de políticos y funcionarios deben ser los sueldos medios,
sobre todo los de “justicia” y de represión mientras sigan existiendo, que
no tienen que tener absolutamente ningún privilegio de casta. La
transparencia pública ha luchar contra el despilfarro corrupto
institucional en base al control obrero y popular y el fin del secreto
burocrático. Hay que avanzar hacia el gobierno barato que minimice los
gastos suntuarios y protocolarios, las fiestas oficiales, las dietas de
oro y las costosas representaciones de todo tipo, y que racionalice y
visibilice su oscura jungla burocrática. Hay que avanzar hacia los cargos
rotatorios elegidos por listas abiertas, hacia la destitución fulminante
por corrupción e incompetencia, hacia el conocimiento público de los
sueldos y propiedades antes, durante y después del cargo público, y hay
que prohibir la simultaneidad de los cargos públicos con los trabajos
privados.

9. Pero un gobierno barato no sirve apenas de nada si no existe a la vez
un sector productivo público potente y transparente. Hay que avanzar hacia
la soberanía económica, sanitaria, alimentaria y lingüístico-cultural lo
que exige una efectiva y democrática planificación pública de la política
económica, es decir, de la economía pública que ha de ser la dominante,
que no ha de estar esclavizada por la dictadura del mercado burgués
mundializado. Hay que establecer un atento control de la Banca y Ahorros
públicos y de los sectores financieros que sigan privatizados. Y sobre
todo y decisivo: hay que establecer el carácter público de la prensa y de
la educación, limando la propiedad privada de la industria
político-mediática y de la industria de la educación alienante y burguesa.
Esta conquista es crucial. El derecho de información libre y contrastable,
y el derecho de educación libre y crítica, ambos, deben ser defendidos
desesperadamente por el pueblo trabajador. El sector público, el gobierno
barato, el contrapoder y el doble poder, el control obrero y popular,
apenas durarán si se deja a la burguesía imponer su dictadura de
manipulación mentirosa y alienación educativa ambas en lengua y cultura
franco-española. Deben crearse redes interactivas de debate e información
abiertas y a tiempo real, públicas y centradas en los lugares de trabajo y
vida, conscientes de que la (re)construcción lingüístico-cultural de la
identidad vasca exige su independización de la industria cultural burguesa
y de su mercado mundializado.

10. El capitalismo ha culminado su mundialización tras haberla iniciado en
el siglo XV. Desde el siglo XIX el marxismo sabe que es imposible crear el
socialismo en un solo país, aunque sí se pude avanzar hacia él durante un
tiempo en un único país. La lucha del pueblo trabajador vasco contra la
crisis capitalista actual será más efectiva y rápida si establece
relaciones internacionales solidarias con otras naciones más avanzadas en
su emancipación. Relaciones de ayuda mutua y apoyo recíproco que superen
la ley del intercambio desigual, que sean justas y que reduzcan la
dependencia estructural del capitalismo vasco de la UE y del mercado
mundial. También, se ha de potenciar formas de intercambio comercial con
empresas y países que ya están distanciándose del mercado burgués, de las
instituciones financieras imperialistas, de la dictadura del dólar yanqui
y del Euro, y de los monopolios transnacionales. Cada vez hay más
experiencias prácticas en este sentido, debemos estudiarlas y usarlas para
acelerar nuestra emancipación y la de la humanidad trabajadora.

La otra parte de la segunda pregunta dice así: ¿En base a qué objetivos y
reivindicaciones se tomarían? La respuesta a esta parte es muy clara:
Tenemos que ser conscientes, por un lado, de que nada de lo que hagamos y
pensamos tiene sentido sino parte de la objetividad de la actual crisis,
de su duración y de las secuelas estructurales que va a dejar para
siempre; y, por otro lado, estas y otras medidas deben desarrollarse
dentro del sistema capitalista resultante y dentro, todavía, de un marco
sociopolítico, legal e institucional determinado por la opresión nacional
y por la presencia de los Estados español y francés en Euskal Herria.

Las medidas propuestas están pensadas para luchar dentro de la opresión
nacional, explotación capitalista y dominación patriarcal. En las actuales
condiciones no puede ser de otro modo. Por tanto, incluso cuando hayamos
avanzado mucho en bastantes de ellas, éstas mismas y otras aún sin asentar
del todo, como el control público de la economía, de la bolsa y del
capital financiero, del gobierno barato y de sus poderes internacionales e
internos, el control del comercio exterior, etc., todas ellas, en mayor o
menor medida, deben aplicarse dentro de un contexto nacional vasco,
estatal franco-español e internacional capitalista que va a oponer
crecientes resistencias de todo tipo.

Aclarado esto, hay que decir que los objetivos y las reivindicaciones
están relacionadas con el cuádruple contenido que adquiere la crisis
capitalista en Euskal Herria y que hemos analizado al final de la
respuesta a la primera pregunta: uno, lucha contra la opresión nacional
que integra la lucha de clases y la emancipación antipatriarcal; lucha
que, dos, se desarrolla objetiva y subjetivamente dentro del capitalismo
euroimperialista con todas las dificultades que ello comporta pero con
todas las potencialidades que genera; entre las que destaca, tres, el
choque cualitativo entre el substrato lingüístico-cultura euskaldun y el
substrato indoeuropeo y latino en concreto de la dominación
franco-española; lo cual explica, cuatro, por qué la lucha por la
independencia y el socialismo en un sistema no patriarcal es objeto de
salvajes represiones por su potencial de síntesis revolucionaria entre las
fundamentales opresiones y las fundamentales liberaciones humanas. Esta
síntesis explica también por qué las izquierdas nuevas que están
emergiendo o las que se mantienen vivas tras la extinción del stalinismo y
del reformismo eurocomunista, miran con cada vez más atención la lucha de
clases en Euskal Herria.

Los objetivos y las reivindicaciones, por tanto, se centran, primero, en
aunar el mayor número de fuerza popular alrededor de la identidad vasca
como nudo gordiano que ata todas las luchas en base al objetivo de una
Euskal Herria socialista y no patriarcal. Decir Euskal Herria es decir el
Pueblo que habla euskara, que se identifica y designa así mismo por su
lengua, lo que coincide totalmente, al milímetro, con la concepción del
Marx de “Formaciones económicas precapitalistas”, según el cual: “El
lenguaje mismo es tan producto de una comunidad como, en otro sentido, lo
es la existencia de la comunidad misma. Es, por así decirlo, el ser
comunal que habla por sí mismo”. El euskara, la lengua vasca, es para el
Pueblo Vasco ni más ni menos que su autoconciencia, o dicho en palabras de
Marx: “el ser comunal que habla por sí mismo”. Desaparecida la lengua
vasca, el euskara, desaparece a la vez la nación, la comunidad, el ser
comunal que habla por sí y para sí con esa lengua.

Segundo, partiendo de aquí, los objetivos se centran en, y parten y
vuelven a la contradictoria realidad objetiva y subjetiva, que no es otra
que la sociedad burguesa, capitalista e imperialista, sita en la Europa
del siglo XXI y bajo la opresión nacional de dos Estados decisivos para el
capitalismo histórico, como son el español y el francés. Por tanto, la
liberación del pueblo trabajador vasco, euskaldun, debe darse dentro de la
lucha de clases en su forma más clásica, más desarrollada en el sentido
dialéctico del concepto, es decir, aquél en el que las contradicciones han
alcanzado ya un grado de irreconciliabilidad absoluto. De aquí la
actualidad del socialismo, su objetividad al margen del nivel de
conciencia subjetiva alcanzado. Por actualidad del socialismo se entiende
el hecho de que sus premisas, su potencial objetivo, están ya dadas,
existe, pero no pueden dar el salto a otra forma sociopolítica superior
por los frenos irracionales de la burguesía, de la propiedad privada. Las
medidas propuestas tienen el deber de romper los frenos, los diques que
impiden el inicio de otra fase histórica.

Tercero, como se está comprobando en otras muchas naciones antiguas y
modernas, la reivindicación de lo común, de lo colectivo, de lo que es de
todo el pueblo, es la base práctica para la posterior toma de conciencia
socialista y comunista. En la cultura popular vasca, lo comunal, lo
colectivo, la solidaridad, el apoyo mutuo y la reciprocidad son prácticas
insertas en el propio lenguaje, en la tradición autoorganizativa, en el
principio de contar con las fuerzas propias. Esta base sociocultural y
lingüística refuerza la raigambre de las luchas por los servicios públicos
y sociales, por los derechos colectivos e individuales, por la defensa de
la naturaleza y por el rechazo del individualismo egoísta típicamente
burgués.

Defender estas formas societarias colectivas de los ataques privatizadores
e individualistas burgueses, es actualizar el socialismo y su modelo de
vida superior al capitalista. La (re)construcción de la cultura popular
vasca es, así, una práctica que recorre las diez propuestas realizadas, y
otras muchas más. ¿Cómo explicar y desarrollar la autoorganización, el
control obrero y popular, el contrapoder y el doble poder, la
transparencia democrática y el gobierno barato, la revocabilidad de
cargos, el aumento del tiempo libre y propio, el debate crítico y la
educación liberadora, la solidaridad internacionalista, etcétera si no es
desarrollando y explicando a la vez, en el mismo proceso, la cultura
popular vasca que debe tanto a estas prácticas?

Cuarto y último, la radicalización de la lucha contra la crisis
capitalista acarreará más represión, multas, cargas policiales,
detenciones, malos tratos, torturas y cárcel. Es inevitable porque la
crisis política, que como hemos visto es parte de la crisis de dominación,
no puede ser resuelta por parte del capital si no es mediante su violencia
opresora y el terrorismo físico y psicológico. Pero estas represiones
forman parte de la represión global, sistémica y creciente que golpea al
pueblo trabajador vasco y parte de la pequeña burguesía, de la “clase
media” e incluso a personas de la mediana burguesía. Por tanto, la defensa
de las libertades y derechos elementales perseguidos, el fin de la tortura
y de los malos tratos, de las multas políticas y sociales, de la
desmilitarización de nuestro país, es decir, la conquista de lo que fue
hace un tercio de siglo el objetivo de la “ruptura democrática”, y que
ahora se materializa en la resolución democrática negociada, este objetivo
es vital, es esencialmente socialista en sus objetivos y obrero y popular
en su esencia revolucionaria.

Respuesta a la pregunta 3: Ante las diferentes iniciativas que toma cada
agente social, sindical y político, ¿ves posible y cómo concibes una lucha
unitaria de amplio espectro por la defensa de las trabajadoras y
trabajadores y el pueblo llano, perjudicados por la crisis?

Prefiero emplear términos más cargados política, teórica y socialmente que
los ambiguos de “agente social, sindical y político”. El lenguaje nunca es
neutral, siempre tiene un contenido de clase, de nación y de sexo-género
porque el lenguaje y el pensamiento a él unido es, son, medios de opresión
o de liberación.

La unidad de lucha siempre es deseable y necesaria en la base, en las
fábricas, talleres, barrios vecinales y pueblos, escuelas y universidades,
es decir, en los lugares en donde se materializa la explotación, la
opresión y la dominación. Siempre hay que buscar la máxima movilización de
los colectivos afectados alrededor de reivindicaciones y objetivos
asequibles y asumibles por el nivel medio superior de conciencia alcanzado
por los colectivos afectados. Pero que haya que buscar esa unidad de lucha
y que sea deseable alcanzarla no quiere decir que, de no lograrse, haya
que renunciar a todas las movilizaciones que superen el nivel medio o
inferior de conciencia existente.

Este debate se ha sostenido desde las primeras luchas obreras a finales
del siglo XVIII en Inglaterra, cuando sectores de trabajadores no estaban
de acuerdo con la radicalidad de otros grupos que llegaban incluso a
quemar algunas casas de empresarios, además de los talleres.
Posteriormente, el debate se agrió al chocar quienes defendían la
necesidad del aprendizaje por la acción y quienes defendían la necesidad
de negociar y de avanzar pacíficamente al socialismo. Los extremos del
debate llegaron desde que el blanquismo y determinados anarquismos optaron
por el activismo minoritario aunque muy organizado para la toma del poder,
y el activismo individual y desligado de las organizaciones obreras
existentes. Con la socialdemocracia el debate mantuvo un equilibrio corto
para decantarse con rapidez a favor del pacifismo parlamentarista, en
contra de la postura luxemburguista, bolchevique y de otros pequeños
grupos revolucionarios.

En Euskal Herria la historia de las huelgas generales, de las grandes
movilizaciones, cierres y hasta insurrecciones obreras y populares empezó
nada más iniciarse la industrialización del capitalismo a finales del
siglo XIX y se mantuvo hasta 1937 cuando triunfó la invasión del ejército
internacional franquista, apoyada por fuerzas vascas reaccionarias. Se
inició tan pronto porque, además de las causas de la salvaje explotación
capitalista, también existían una sólida memoria y conciencia militares en
el Pueblo Vasco expresada en motines, matxinadas y guerras de resistencia
nacional preburguesa a los ataques españoles y franceses, que no tuvo
problemas en adaptarse a las nuevas condiciones de la lucha de clases
moderna, burguesa. La represión franquista no logró borrar dicha memoria y
conciencia de autodefensa, sino que la azuzó y le obligó a aprender a
luchar en las peores condiciones. La denominada “transición española a la
democracia” debe mucho a la decisión del pueblo trabajador vasco de forzar
con sus luchas “adelantadas a las condiciones objetivas”, como aseguraban
los reformistas del PCE y otros, conquistas que tal vez no se habrían
logrado tal cual fueron en un principio sin ese “ir por delante de lo
posible” característico del independentismo socialista vasco.

A lo largo de esta experiencia internacional y vasca se ha podido elaborar
una especie de teoría que explica que el límite a partir del cual no se
puede retroceder más, no se puede seguir estando en la pasividad ante los
golpes crecientes de la burguesía, llega cuando la clase explotadora ha
dejado claro, ha demostrado con su obsesiva negación a toda conversación,
que no está dispuesta a realizar ninguna reforma que merme algo sus
beneficios. ¿Cómo se sabe cuándo ha llegado ese límite? Por la experiencia
sostenida, por los datos disponibles, por los hechos acumulados, y por el
método de análisis que ofrece la teoría revolucionaria. Después de muchos
años de golpes, cachondeo empresarial, promesas incumplidas y negaciones
totales a cualquier negociación, las fuerzas sindicales y sociopolíticas
abertzales han concluido que ha llegado el momento crítico de pasar a la
acción conjunta, unitaria, mediante una Huelga General, por ejemplo.
Sindicatos reformistas, burocratizados e insertos desde hace años en la
lógica estato-nacional española y capitalista, sostienen de nuevo, una vez
más, que “no hay condiciones objetivas”, que “son razones políticas y no
sociales las que llaman a la huelga”, etc., como siempre en el pasado.

En estas condiciones de división sindical entre las fuerzas
revolucionarias y las reformistas, las primeras deben realizar una tarea
explicativa de atracción de los sectores más débiles en su conciencia
basada en, al menos, cuatro pasos. El primero es el de demostrar que
incluso las empresas que aún no han entrado en crisis, más temprano que
tarde lo harán, y que si esperan para movilizarse a ese momento será ya
tarde. Hay que demostrar que hay que reaccionar ya, que las masivas
cantidades multimillonarias de euros que están recibiendo los bancos y
luego las empresas no están siendo dedicadas a resolver la crisis en
beneficio de los trabajadores, sino en beneficio de la patronal. Sobran
los datos, informes y estudios que demuestran tanto la gravedad y duración
de la crisis como el egoísmo bursátil y empresarial. Y lo mismo hay que
decir con respecto a las decisiones del Estado y de los gobiernos
autonómicos, que apoyan siempre al capital en contra del pueblo
trabajador. Se puede demostrar cómo descienden los salarios directos e
indirectos, cómo empeoran las condiciones de la juventud trabajadora, cómo
aumenta la precarización y el empleo, como descienden las prestaciones a
los parados y prejubilados, etc.

Dada la composición sociológica de la clase trabajadora vasca, el alto
índice de trabajadores emigrantes viejos y nuevos, este primer bloque de
argumentos inmediatos y directos sobre el negro futuro en las condiciones
de vida, es de gran importancia para convencer a las franjas sociales
alienadas por nacionalismo español de los sindicatos estatalistas y por su
reformismo economicista y corporativista. Hay que demostrarles, además,
que del mismo modo en que las cesiones y claudicaciones de la fracción
reformista del movimiento obrero en los ’80 han sido las responsables del
retroceso de las condiciones de vida y trabajo, de los derechos
sindicales, sociales y políticos de los jóvenes trabajadores precarizados
al extremos, del mismo modo ocurrirá pasado mañana contra sus hijos y
nietos si ahora no salen en defensa de sus derechos. Hay que insistir en
que la patronal nunca cede si no se le presiona con la lucha, y que
siempre está pensando en cómo y cuándo iniciar nuevos ataques para
debilitar más a los trabajadores y aumentar más sus beneficios
empresariales.

El segundo consiste en los mensajes que deben recibir los trabajadores que
sintiéndose vascos y vascas sin embargo rechazan las luchas, rechazan la
Huelga General porque la estiman muy radical, muy independentista. Se
trata de demostrarles que también es una lucha nacional vasca que todavía
no plantea directa y frontalmente la reivindicación independentista,
aunque los independentistas somos los más activos y decididos en su
impulso. Como hemos dicho arriba, las medidas propuestas estas pensadas
para luchar dentro del capitalismo y en el marco de la dominación
franco-española, aunque hay que decir muy alto que en la medida en que
facilitan la democratización también y por ello mismo fortalecen el
independentismo socialista y no patriarcal.

A estos compañeros y compañeras hay que demostrarse que ni la burguesía ni
sus Estados y gobiernillos forales y autónomos están dispuestos a defender
al pueblo trabajador vascos, y menos a avanzar por la independencia de
Euskal Herria. Hay que decirles que lo primero y urgente, lo necesario
ahora mismo, es detener cuanto antes el retroceso de las libertades, el
empeoramiento de las condiciones de vida, porque si no se para esta vuelta
al pasado la clase dominante, la patronal, no se detendrán luego en
ataques más duros contra lo poco que va quedando en pie. Hay que decirles
que es una lucha política y obrera por la democracia y por los derechos
básicos de Euskal Herria, una pelea en la que todas y todos debemos estar
unidos.

El tercero consiste en las razones que hay que dar a ese amplísimo mundo
del trabajo en precario, del subempleo, de la juventud estudiantil y sin
apenas futuro que no sea el de la sumisión, el de los pequeños burgueses
con uno, dos o tres trabajadores, el de los tenderos y profesiones
liberales y autoempleados que se creen “clase media”, el de las amas de
casa. Se trata de demostrarles que la crisis estructural y los planes de
los Estados les afectan al ellos y a ellas al igual que a los trabajadores
asalariados, pero con formas diferentes. Hay que decirles que la
destrucción de los puestos de trabajo, la caída salarial, la privatización
de los servicios públicos, el aumento de los impuestos indirectos, de
muchas tasas y del IVA, los retrocesos en materia fiscal, las facilidades
a las grandes empresas, distribuidoras y grandes superficies de venta en
contra de las tiendas de barrio, estas y otras medidas que a diario impone
la clase dominante sin que se entere la mayoría, afectan por igual a la
clase obrera, al pueblo trabajador y a ellos mismos. Demostrarles que se
trata del mismo ataque contra todos pero con formas y ritmos diferentes
para que pase desapercibido.

El cuarto y último va dedicado a los sectores más concienciados y
militantes, demostrándoles cómo estas luchas son solamente un paso
necesario en el avance general que nos conducirá a la independencia y al
socialismos, a un Estado vasco que garantice el avance posterior en otros
medidas más fuertes con respecto a la propiedad privada de las fuerzas
productivas, al pueblo en armas, a la democracia socialista y al
internacionalismo proletario con otros pueblos y naciones en lucha. Hay
que engarzar estas movilizaciones en torrente de lucha de clases que ya
empieza a formarse en Europa al confluir otros movimientos. La cuestión
del Estado adquiere su pleno sentido desde esta perspectiva de acumulación
de fuerzas. La crisis actual vuelve a demostrar que el Estado burgués,
adaptado al siglo XXI, es un instrumento clave para el capitalismo
imperialista, un instrumento sin el cual la burguesía financiera habría
explotado en mil trozos, y con ella el sistema entero, de no haberse
producido la transferencia de sumas bimillonarias de dinero público a las
cuentas corrientes de la corrupta burguesía financiera.

Sin el Estado burgués no se habría realizado a tiempo semejante inyección
de sangre de la humanidad trabajadora en las venas financieras el agotado
cuerpo capitalista. El Estado está salvando al capitalismo. Por tanto, hay
que acabar con el Estado burgués y hay que crear uno, dos, tres… cien
Estados obreros y populares, independientes e internacionalistas,
relacionados por nuevas relaciones de cooperación internacional no
imperialista que salvaguardarán la libertad de cada uno. Y uno de esos
poderes será la República Socialista Vasca.

Iñaki Gil de San Vicente
Euskal Herria, 31 / 03 / 2009



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