[Deuda-QdQ] Carta "Colombia no está sola"
Monica Vargas
monica.vargas en odg.cat
Mie Nov 12 09:27:41 CET 2008
Desde el Colectivo Maloka y la Xarxa de l'Observatori del Deute en la
Globalització les invitamos a apoyar con la firma de su
organización/colectivo la siguiente carta de protesta sobre la
agravación de la situación en Colombia. Como verán, la carta refiere la
relación de las violaciones de los Derechos Humanos con problemáticas
como los agrocombustibles, los tratados de libre comercio, la presencia
de las transnacionales y la importancia geopolítica de ese país.
Gracias por enviar su firma indicando el nombre de la
organización/colectivo y el país, al correo:
*colombianoestasola en gmail.com _hasta el 1 de diciembre_. *
*Colombia: ¡No estás sola!*
/*Las organizaciones abajo firmantes hacemos un llamado a la comunidad
internacional para demostrar su solidaridad ante el agravamiento de la
situación que viven las organizaciones sociales y los defensores de los
derechos humanos en Colombia, y ante su valiente resistencia frente al
neoliberalismo.*/
Con la operación "Jaque" el gobierno de Colombia ha incrementado la
política del señalamiento y criminalización a las organizaciones
sociales. En los últimos meses se han multiplicado las agresiones,
asesinatos y desplazamiento de comunidades indígenas en la zona del
Cauca y Chocó; defensores de derechos humanos han sido víctimas de
secuestros y acosos permanentes. Únicamente entre el 17 de septiembre y
el 12 de octubre se ha asesinado a 15 compañeros indígenas. Las
organizaciones estudiantiles han sido señaladas como nido de terroristas
y desde el Ministerio de Relaciones exteriores amenazan con silenciar a
todas las organizaciones que trabajan en defensa de los derechos humanos
en Colombia desde Europa.
La militarización y paramilitarización es aún más grave en las regiones
que poseen recursos naturales estratégicos abundantes en Colombia, como
el agua, el petróleo, los minerales, la biodiversidad y la tierra. La
entrada de las transnacionales para explotar estos recursos no ha hecho
sino empeorar esta situación. Este es el caso de la multinacional
bananera Chiquita Brands -antigua United Fruit Company-, que fue
procesada judicialmente por el pago a los paramilitares de las
Autodefensas Unidas de Colombia en Córdoba y Urabá, involucrados en las
masacres y desplazamientos sobre las poblaciones que se oponían a su
actividad. Y también casos de multinacionales petroleras como Occidental
Petroleum y Repsol-YPF, que operan en Arauca, donde se han denunciado
crímenes de lesa humanidad que afectan principalmente a las
organizaciones sociales. De hecho, somos testigos de una estrategia
clara de vaciamiento de los territorios mediante la expulsión por la
violencia de comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinas. Esto
ocurre de manera evidente ante el negocio de los agrocombustibles
promocionados de manera irresponsable desde la Unión Europea y los
Estados Unidos, y que ha llevado a deforestar los territorios y
convertirlos en desiertos verdes de palma aceitera y caña de azúcar.
Por sus riquezas naturales y su situación estratégica en términos
geopolíticos, Colombia es también el país donde se engranan el Plan
Mesoamérica (antes Plan Puebla Panamá) y la Iniciativa de Integración de
la Infraestructura Regional Sudamericana (IIRSA). Estos megaproyectos,
articulados con el Plan Colombia, comportan preocupantes impactos
sociales y ambientales, y no tienen otro objetivo que el saqueo de los
recursos naturales y la utilización de las regiones como lugares de
tránsito de mercancías. Su implementación requiere también del
aniquilamiento de toda oposición, y por tanto, causa la violación de los
Derechos Humanos en Colombia.
A pesar de la violencia estructural que existe en el país, las
movilizaciones y denuncias están logrando paralizar el Tratado de Libre
Comercio (TLC) con Estados Unidos. Los TLC forman parte estructurante de
la arquitectura neoliberal de la economía mundial, atravesada por una de
las peores crisis financieras de su historia. Ante esta situación, lo
que se requiere es fortalecer los mercados internos y regionales. Con el
lamentable ejemplo del Tratado de Libre Comercio de América del Norte
(México-Canadá-EEUU), la experiencia nos ha demostrado que este tipo de
acuerdos económicos solo conlleva la pérdida total de la soberanía
además de un evidente empobrecimiento de las poblaciones locales. Pero
el gobierno colombiano no aprende la lección. No duda actualmente en
desmantelar a la Comunidad Andina de Naciones, en la cual varios países
tienen una perspectiva crítica y digna ante el Acuerdo de Asociación que
la Unión Europea pretende imponer. Hoy, el gobierno de Uribe no respeta
el mandato constitucional de promover la unidad latinoamericana y
prefiere firmar bilateralmente un TLC con la Unión Europea. Ante la
ceguera del gobierno, quién lo tiene claro, es el Pueblo. Muestra de
ello, la huelga de los corteros de caña de azúcar y de los trabajadores
de la justicia en Colombia, y la movilización nacional de resistencia
indígena y popular que demuestran un rechazo rotundo al modelo salvaje
de explotación capitalista.
En respuesta a la valiente resistencia del Pueblo colombiano, la
estrategia actual del gobierno colombiano pasa entonces por señalar,
criminalizar, neutralizar y desaparecer cualquier oposición a sus
políticas de libre comercio, saqueo y militarización. Con un marco
legal local e internacional totalmente vulnerado y una Constitución
política no respetada, Colombia sigue hundiéndose lentamente en la
arena movediza de la corrupción y el terrorismo de Estado. La comunidad
internacional se encuentra por su lado en una situación de total
desinformación sobre esta realidad. Una nueva arremetida en contra de
las organizaciones que defienden el respeto de los Derechos Humanos en
Colombia, tanto locales como internacionales obedece a la voluntad de
crear una cortina de humo más propia para tapar la actual crisis
gubernamental, en medio del escándalo para-político, y la ya innegable
relación entre paramilitares y las instituciones como Fiscalía, Ejército
y
Policía.
Es por ello que hacemos un llamado a todas las organizaciones sociales,
culturales, defensoras de los derechos humanos, nacionales e
internacionales para rodear con nuestro apoyo certero a los compañeros y
compañeras que están siendo objeto de estos señalamientos.
Responsabilizamos al señor Álvaro Uribe Vélez, por las consecuencias
que sobre la vida e integridad de las personas y organizaciones puedan
tener sus señalamientos. Exigimos se retracte públicamente de los mismos.
*Firman:*
Colectivo Maloka, Estado español
Xarxa de l'Observatori del Deute en la Globalització, Estado español
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