[Deuda-QdQ] La Deuda Ecológica del consumo de flores

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Lun Feb 18 18:54:04 CET 2008


14 de febrero, Día Internacional de las trabajadoras y trabajadores de 
Flores: “Somos más importantes que miles de Flores Juntas”.

http://www.cactus.org.co/14feb.htm

Este 14 de febrero, mientras los enamorados de Estados Unidos y Europa 
se regalan flores, las trabajadoras y trabajadores de Colombia, Ecuador, 
Kenia y otros países productores celebrarán por séptimo año consecutivo 
su día internacional, con cineforos, festivales municipales, jornadas 
pedagógicas en colegios y jardines infantiles donde estudian hijas e 
hijos de trabajadoras y trabajadores.

También organizaciones, consumidores y consumidoras de Estados Unidos, 
Holanda, Austria e Inglaterra, realizarán foros y campañas de 
sensibilización para mejorar las condiciones de vida de quienes producen 
la riqueza de la floricultura. La contratación directa y el derecho de 
asociación serán el tema central de esta jornada.

A propósito del 14 de febrero, una trabajadora de flores cuenta en 
primera persona su experiencia de lucha por sus derechos y su dignidad:

“Yo quiero mucho las flores, porque me han dado las cosas, siempre he 
trabajado con mucho agrado. Las personas que reciben un producto, muchas 
veces olvidan de donde vienen y quién las hace, que hay personas detrás. 
Hay muchas personas en Colombia que dependemos de este trabajo y los que 
compran flores el 14 de febrero tienen que exigir trato digno a la gente.

“Mi nombre es Diana María Goyeneche Pérez . Nací en Charalá, Santander, 
cuna de José Antonio Galán. Mi mamá murió cuando yo tenía 9 años. En mi 
juventud viví en la casa Hogar de la Joven en Cúcuta y trabajé en una 
fábrica de calzado desde los 16 años. Luego me gradué como bachiller 
técnica comercial.

“A los 21 años tuve mi primer hijo y mi hermano, que trabajaba como 
supervisor en una finca de flores me dijo que me viniera a Tocancipá a 
trabajar. Llegué en 1998 y entré a trabajar en cultivo de clavel, regar, 
sembrar, empiolar. Luego pasé a poscosecha. Allí me exigían empacar 10 
ramos por hora.

“Mi niño se enfermó en el 2000 y yo tuve que renunciar y me regresé para 
Cúcuta. Volví en el 2002 y entre a otra empresa a trabajar en labores de 
cultivo y riego. Aquí conocí a mi esposo y me organicé.

“En 2005 entré a trabajar en Flores Singha como operaria de cultivo. La 
empresa estaba naciendo. Allí siempre trabajé en cultivo, en labores de 
corte y el rendimiento que exigían era cortar 200 rosas por hora, luego 
subió a 240”.

Tanto el nombre como los hechos que relata la trabajadora han sido 
divulgados bajo su consentimiento y con su autorización.

Allí trabajamos con una excelente ingeniera que tenía mucha calidad 
humana, sobre todo con las mujeres, pero luego fue reemplazada por el 
ingeniero César Agudelo, con quien se me presentaron muchos problemas.

“Un día comencé a presentar el Síndrome del Túnel del Carpio y tuve que 
recibir tratamiento por ocho días. Y cuando volví me ubicaron en el 
cultivo donde tenía que desarrollar labores muy duras, tuve que estar 
seis meses arrodillada.

“Luego empezó el hormigueo y la inflamación y aún así no me reubicaron 
en una labor de menor esfuerzo sino que me mandaron a poscosecha a una 
labor muy pesada. Por el frío me empeoré y aunque la Administradora de 
Riesgos Profesionales, ARP, visitó la empresa y recomendó mi traslado a 
otra labor, ellos hacían caso omiso. El ingeniero me dijo:-este es un 
negocio y aquí el que no produce se va…, y siempre me ponía en las 
labores más pesadas.

“Finalmente logré la reubicación y me pusieron en el aseo, cuidaba las 
plantas y limpiaba los alrededores de la oficina. Un día el ingeniero 
hizo una reunión para proponer que trabajáramos los domingos en lugar de 
los sábados. Yo les dije a mis compañeros que no firmaran eso porque 
perdían los dominicales y eso contaba para la liquidación y cesantías.

“Entonces el ingeniero me dijo: -por norma de la empresa y la empresa 
soy yo, usted sólo va a lavar los baños y vestiéres y luego se va a 
parar enfrente de la oficina sin poder hablar con nadie-. Mis compañeros 
lloraban de verme ahí, y a mí me dio síndrome de depresión profunda. Un 
día vino de visita el dueño de la empresa y me vio ahí parada y no dijo 
nada. Así estuve durante cinco días.

“Entonces yo puse la queja en la Personería Municipal por violación a 
los derechos humanos y el Personero le remitió ese caso a Asocolflores y 
al Ministerio de Protección Social. Y yo misma le dije al gerente que 
había demandado a la empresa, él me ofreció plata y me dijo que 
detuviera el proceso. Yo le dije que no era por plata sino por dignidad.

“En julio pasado finalmente renuncié a la empresa y ahora espero que se 
haga justicia y que la empresa me indemnice por todo el daño físico y 
psicológico que me causó. Espero que la gente conozca mi historia para 
que a nadie le vuelva a pasar esto”.

Mayores informes:

CORPORACIÓN CACTUS
http://www.cactus.org.co/14feb.htm


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