[Deuda-QdQ] El Banco Mundial tiene nuevo presidente
iolanda.fresnillo en debtwatch.org
iolanda.fresnillo en debtwatch.org
Mie Jun 27 12:03:34 CEST 2007
Hola
Os envio el enlace a la Noticia de ayer en El País sobre el nuevo
presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, que en su haber tiene
el haber sido representante de Estados Unidos en las negociaciones de
la OMC.
http://www.debtwatch.org/navegacas.php?id_pagina=7&id_noticia=183
Y un perfil sobre Zoellick por Jubilee Research, publicado y traducido
por el Monitor IFIs en América Latina (Choike):
http://ifis.choike.org/esp/informes/700.html
Robert Zoellick y el Banco Mundial: poner al zorro a cargo del gallinero
Fuente: Jubilee Research
Lunes 18/06/2007
El 15 de junio venció el plazo para presentar candidatos a la
presidencia del Banco Mundial pero, como era de esperar, hay un solo
nombre sobre la mesa. Robert Zoellick, al parecer, podría tener la
oportunidad excepcional de hacer caer no solo una sino dos
instituciones internacionales. Como Representante Comercial de Estados
Unidos ya desempeñó un papel fundamental en lo referente a
deslegitimar a la OMC, realizando un gran aporte para que las
negociaciones se detuvieran por completo. El gobierno de Bush parece
estar ahora decidido a darle la oportunidad de que haga lo mismo con
el Banco Mundial.
por David Woodward, nef (new economics foundation) y Aileen Kwa,
co-autor de "Tras las bambalinas de la OMC"(1)
Sin embargo, después de haberse quemado las manos con todo lo
referente al caso Wolfowitz, el Directorio Ejecutivo del Banco debería
pensar largo y tendido antes de apoyar a George Bush y dejar que se
salga nuevamente con la suya.
Hace 63 años, en la Conferencia de Bretton Woods, el gobierno
estadounidense se aseguró el privilegio de nombrar a dedo al
Presidente del Banco Mundial sin que los miembros restantes
presentaran oposición alguna; desde ese entonces, esos otros miembros
han permanecido como espectadores pasivos y le han permitido continuar
esa "tradición" anacrónica y antidemocrática. Hace dos años, el
Presidente Bush abusó de este privilegio al imponer en el Banco a su
profundamente impopular Subsecretario de Defensa y principal
arquitecto de la invasión estadounidense a Irak.
Ahora, Paul Wolfowitz se ha visto obligado a renunciar tras caer en
desgracia en medio de un tumulto de acusaciones de abuso de poder (de
las cuales el flagrante conflicto de intereses en el caso Shaha Riza
constituye tan solo la punta del iceberg(2)), al son de un coro de
voces provenientes de todas partes del mundo: ¡SE LOS DIJIMOS! Pero el
mismísimo responsable de este fiasco – George Bush – planea ahora
hacer exactamente lo mismo para imponer a Robert Zoellick en un mundo
que indudablemente está reacio a aceptarlo.
Como Representante Comercial de Estados Unidos en el período
comprendido desde 2001 hasta 2005, Zoellick se destacó entre los
delegados ante la OMC por querer imponer su peso – y el del gobierno
de Bush – en las negociaciones, y esperar que los países en desarrollo
estuvieran de acuerdo y aceptaran lo que fuera que Estados Unidos
exigiera. No obstante, al tiempo que muchos ministros de países en
desarrollo sucumbieron a las amenazas y a los repartos de beneficios
de su enfoque preferido del "palo o la zanahoria" en ese entonces,
esto no logró aportarle ni confianza ni afecto, y finalmente le salió
el tiro por la culata.
Zoellick fue fundamental para producir el lanzamiento de la Ronda de
Doha de la OMC en el año 2001. Esto constituyó una hazaña considerable
dada la amplia oposición del mundo en desarrollo que había precipitado
el famoso colapso de la Reunión Ministerial de la OMC celebrada en
Seattle en 1999 – y eso que la OMC es al menos conceptualmente una
institución del tipo "un miembro un voto" sobre la base de una toma de
decisiones consensuada y una gran mayoría de sus miembros son países
en desarrollo. Aún con el poder del patronazgo y las sanciones de
Estados Unidos a sus espaldas (y una determinación bastante implacable
de explotarlo para lograr sus propósitos), esto representa un
obstáculo formidable. Entonces, ¿cómo hizo Zoellick para lograrlo?
Gran parte de la respuesta está en el 11/9. Apenas 11 días después del
atentado contra las torres gemelas, el 20 de septiembre de 2001,
Zoellick publicó oportunamente un artículo en el Washington Post,
estableciendo lo que podría describirse mejor como un nexo débil entre
la necesidad de luchar contra el terrorismo y la necesidad de recurrir
al libre comercio. El adversario, dijo, "reconoce que el poderío y el
talento [sic] de Estados Unidos emana de nuestra vitalidad política,
militar y económica. Nuestra contraofensiva debe promover el liderazgo
estadounidense en todos esos frentes". Luego, continuó afirmando que
"el liderazgo comercial de Estados Unidos puede formar una coalición
de países que abracen la libertad en todos sus aspectos. Los mercados
abiertos son fundamentales para los países en desarrollo...para
superar la pobreza y crear oportunidades".
De repente, la agenda de Estados Unidos en la OMC (la cual
efectivamente guardaba poca semejanza con el libre comercio, al menos
en que lo refería a sus propias políticas) pasó a formar parte de la
"Guerra contra el Terrorismo" – y la máxima del Presidente Bush de que
"el que no está con nosotros está contra nosotros"” adoptó una
dimensión completamente nueva para los gobiernos de los países en
desarrollo y delegados en las negociaciones de la OMC.
La insinuación poco menos que sutil de Zoellick no pasó desapercibida
para los gobiernos de países en desarrollo. Ya en noviembre de 2001
cuando comenzó a desarrollarse la Reunión Ministerial de Doha, muchos
temían que, de no manifestarse de acuerdo con el lanzamiento de estas
conversaciones, podrían estar exponiéndose a que los consideraran "del
lado de los terroristas". El "libre" comercio – o al menos un
resultado concluyente de las negociaciones en la OMC – se convirtió en
la señal de alerta para la lucha contra el terrorismo. Y en caso de
que cualquier delegado pasara esto por alto, pronto habría de
realizarse una llamada a la capital de dicho país, acompañada sin duda
por un recordatorio de lo dependiente que era el mismo de la ayuda, el
comercio, la inversión y/o el alivio de deuda estadounidense, y lo que
habría de sucederle a su economía si esto de alguna forma se cortaba.
En una entrevista para el libro, Tras las bambalinas de la OMC(3), un
delegado africano relató su propia reunión con Zoellick en Doha:
Para nuestra reunión bilateral con Estados Unidos, nos citaron en la
Suite Presidencial. Zoellick nos recordó que ya había efectuado
llamados telefónicos a la capital, que había hablado con nuestro Jefe
de Estado, y que ya se habían garantizado todos los esfuerzos para
ayudar a combatir el terrorismo, incluyendo el lanzamiento de una
nueva Ronda [de negociaciones en la OMC].
Cuando los Embajadores en efecto decidían hacer frente a Estados
Unidos, no resultaba para nada extraordinario que dicha presión sobre
las capitales se extendiera a "persuadir" a los gobiernos para que los
reemplazaran; una táctica que resultó exitosa en varios casos. De
acuerdo con lo manifestado por un delegado de América Central poco
después de la reunión en Doha:
Durante los preparativos para la Conferencia [Ministerial de la OMC]
en Qatar, la presión sobre las capitales se vio incrementada,
solicitándose esta vez el retiro de muchos de los Embajadores en
Ginebra que defendían los intereses de sus países y se oponían al
lanzamiento de una nueva ronda. La verdad es que el lanzamiento de
esta nueva ronda nunca habría tenido lugar de no haber sido por la
falta de transparencia e interferencia de parte de la Secretaría de la
OMC, y las presiones políticas utilizadas por los países desarrollados
– principalmente Estados Unidos y la Unión Europea.
Después de Qatar, las presiones se mantienen y el objetivo de los
países desarrollados es ahora socavar cualquier posibilidad de que los
países en desarrollo presenten propuestas y participen efectivamente
en las negociaciones. Están intentando destruir al Grupo de Países
Afines [un grupo de países en desarrollo que impulsan una reforma en
materia de procesos dentro de la OMC] el cual – como coalición –
pretende alcanzar un equilibrio en el trabajo de la OMC.
La presión para que se produzcan cambios de posición y se retiren
Embajadores es permanente, y no tiene una lógica aparente más allá de
los argumentos de que las delegaciones en Ginebra actúan como enemigas
del sistema multilateral, de los países desarrollados, y aún de la paz
mundial. Resulta en efecto increíble que en el siglo XXI, y en el
contexto de una organización en la que supuestamente todos son
iguales, se continúen utilizando este tipo de argumentos.
Con la ayuda de estas tácticas, Robert Zoellick se salió en su momento
con la suya en Doha. También logró destruir al Grupo reformista de
Países Afines – habiendo apuntado particularmente a sus Embajadores y
logrando con éxito destituir a varios.
En una entrevista citada (anónimamente, por razones obvias) en Tras
las bambalinas de la OMC (p151), una de las víctimas recordaba lo
siguiente:
Yo no fui la única persona destituida como resultado de la presión
ejercida por Estados Unidos sobre las autoridades de mi país.
Inmediatamente después de Doha [el Embajador A] no tuvo siquiera
tiempo de deshacer sus valijas... [El Embajador B] ni siquiera llegó a
Doha, y aproximadamente un mes después se quedó sin trabajo... [El
Embajador C] tuvo que viajar a Doha acompañado por su reemplazante...
[El Embajador D] fue destituido y enviado de vuelta a su continente de
origen... [Al Embajador E] casi lo despidieron estando en Doha…De puro
milagro, pudo sobrevivir unos pocos meses más en Ginebra...
Pero la victoria de Zoellick demostró ser efímera. Previo a la Reunión
Ministerial celebrada en Cancún en septiembre de 2003, Estados Unidos
y la Unión Europea cocinaron un paquete en materia de comercio
agrícola que solo podría ser calificado de hipócrita – estando
diseñado específicamente para proteger a sus propios mercados
agrícolas mientras se buscaba la apertura de todos los demás. Esto
resultó ser un paso demasiado lejos. De hecho, logró catalizar un
grado mucho mayor de solidaridad entre los países en desarrollo,
incluyendo la conformación de una agrupación "G20" con mucha
determinación. En consecuencia, y al igual que en Seattle, no se llegó
a ningún acuerdo.
Zoellick – un hombre conocido por su mal carácter – quedó
evidentemente perplejo, y reaccionó como era de esperarse: echándole
la culpa y amenazando a los que se habían negado a someterse a la
intensa presión de Estados Unidos. Luego de haber fracasado las
conversaciones, en la conferencia de prensa final en Cancún, señaló
con el dedo a los países en desarrollo que "no harán nada":
Fueron muchos los que perdieron demasiado tiempo pontificando, en
lugar de negociando. Ya fueran países desarrollados o en desarrollo,
hubo aquí países "puedo hacer" y países“no haré nada”.El áspero
discurso de los países "no haré nada" ahogó los esfuerzos concertados
de los "puedo hacer"... Las exigencias y los discursos fuertes son
fáciles; las negociaciones requieren compromisos y trabajo duro. Y
algunos países tendrán que decidir ahora si lo que desean es llamar la
atención sobre algo o por el contrario avanzar... Muchos pierden
demasiado tiempo con tácticas de inflexibilidad y una retórica
incendiaria antes de sentarse a negociar.(4)
Luego pasó a realizar una amenaza pública y escasamente velada con
respecto a que los países en desarrollo cuyos gobiernos continuaran
resistiendo las exigencias de Estados Unidos en la OMC serían
perjudicados en la estrategia comercial bilateral del gobierno
estadounidense. De acuerdo con un informe de Associated Press de ese
entonces:
"La estrategia comercial de Estados Unidos", continuó amenazando
[Zoellick], "incluye avances en múltiples frentes. Tenemos acuerdos de
libre comercio con seis países en la actualidad. Y estamos negociando
acuerdos de libre comercio con otros 14".
"Algunos países pensaron que [la Conferencia Ministerial de Cancún] se
trataba simplemente de una muestra gratis; podían sugerir cualquier
planteo que se les ocurriera, discutir, sin dar ni ofrecer nada",
dijo. "Y ahora se van a tener que enfrentar a la cruel realidad de esa
estrategia cuando lleguen a su casa con las manos vacías".(5)
Pero, ¿qué tan fuerte es realmente el compromiso de Zoellick con el
libre comercio? Casi inexistente, al parecer – al menos cuando se
trata de Estados Unidos. En febrero de 2002, pocos meses después de
firmada la Declaración de Doha y ante la gran consternación de la
comunidad internacional, Zoellick parece no haber reparado en la
imposición de tarifas adicionales sobre las importaciones de acero con
la finalidad de proteger a la industria siderúrgica estadounidense.
Tampoco hizo nada por combatir los subsidios adicionales por un monto
de US$73.500 millones que fueron suministrados a los productores
agrícolas estadounidenses mediante la Ley Agrícola de mayo de 2002 tan
solo tres meses después. Si Zoellick alguna vez mantuvo alguna
creencia en la apertura del mercado, parecería que la misma quedó con
demasiada facilidad y a la menor provocación al borde del camino.
Sus antecedentes en la OMC no muestran a Robert Zoellick, el campeón
incansable del libre comercio, sino a Robert Zoellick el promotor de
los intereses estadounidenses por cualquier medio y a cualquier precio
– especialmente a costa de los países en desarrollo.
¿Es este el tipo de persona que queremos como Presidente del Banco
Mundial? ¿Un hombre cuyo principal derecho a la fama es el de contar
con toda una trayectoria en materia de presiones, sobornos, repartos
de beneficios y abuso de poder en la OMC con la finalidad de promover
los intereses de Estados Unidos a costa del mundo en desarrollo?
Seguramente nadie fuera de Estados Unidos – y, es de sospechar, que
relativamente pocos fuera del propio gobierno de Bush – podrían mirar
este panorama con ecuanimidad.
El propio Banco Mundial tiene mucho que temer frente al nombramiento
de Zoellick. La institución ya se encuentra en decadencia en lo que
refiere a legitimidad, credibilidad y relevancia. Durante un cuarto de
siglo, impulsó políticas neoliberales ideológicamente motivadas en los
países prestatarios, con efectos profundamente nocivos en buena parte
del mundo en desarrollo, al tiempo que las prometidas retribuciones a
largo plazo de lo que se presentó como pequeños sacrificios aún
muestran escasas señales de poder llegar a concretarse para la
mayoría. Incluso después de haber relanzado al Banco como una
institución orientada a reducir la pobreza y de que el mundo
resurgiera de la "década perdida del desarrollo" – la década del ’80 –
el índice de reducción de la pobreza mundial ha caído dramáticamente a
medida que se ha ido desplomando la participación de los pobres en los
beneficios del crecimiento global(6). Y después de años de promoverse
a sí mismo como un autodenominado "Banco del Conocimiento", un estudio
independiente presentado recientemente por destacados académicos
reveló que las investigaciones del Banco, las cuales constituyen la
base de su fomento a las políticas neoliberales, no son ni objetivas
ni confiables.(7)
Además de su deshonroso alejamiento, el ejercicio de Wolfowitz como
Presidente del Banco sirvió para socavar aún más la reputación de la
institución, destacando el papel del Banco como instrumento
multilateral para la promoción de la agenda y los intereses
estadounidenses. Su única iniciativa "nueva" en el Banco fue una
cruzada contra la corrupción, cuya credibilidad se vio seriamente
debilitada desde un inicio por la reputación que se hizo de
recompensar a los defensores de la guerra de Estados Unidos contra
Irak con contratos de "reconstrucción" poco transparentes y
lucrativos, que continúan desangrando al país.
No resulta entonces nada sorprendente que la popularidad del Banco se
esté desplomando en todo el mundo en desarrollo. En América Latina,
crece el sentimiento popular de que los gobiernos deberían romper
relaciones con el Banco. En Asia, la abundancia de capital privado
está alentando a los países de mediano ingreso a disminuir los
préstamos contraídos con la institución. En África – una región
particularmente devastada y empobrecida por la ideología y la práctica
del Banco – el creciente influjo de China como donante bilateral está
amenazando la influencia ejercida por esta institución sobre los
gobiernos.
Designar a Zoellick como Presidente solo podría contribuir a
intensificar este creciente desencanto. La nominación de Wolfowitz
demostró la arrogancia y absoluta confianza del gobierno de Bush en la
impunidad que goza en el escenario de la política mundial. Y la
nominación de Zoellick, ante la expectativa de que el Directorio
apruebe una vez más su designación – aún después de que su anterior
candidato se hubiera desacreditado a sí mismo de la forma en que lo
hizo – corrobora más que nunca esta actitud.
Los Directores Ejecutivos del Banco deberían pensar largo y tendido
antes de decidirse simplemente a aprobar al candidato de Estados
Unidos una vez más. No solo porque esto constituiría una renuncia
total a sus responsabilidades (morales y muy posiblemente legales)
para con el Banco y los países a los cuales representan. No solo
porque ya se vieron en aprietos una vez por designar al último
candidato del Presidente Bush – el desacreditado y nada lamentado Paul
Wolfowitz – o porque no lograron asegurar que este desempeñara
apropiadamente sus funciones, y luego negociaron con el mismo un
paquete de "renuncia" (lucrativo) para salvar las apariencias ya que
no podían pensar en despedirlo. No solo porque Roberto Zoellick es una
vez más un candidato clara y absolutamente inapropiado y poco
calificado, cuya idea de la diplomacia internacional, según lo
ejemplificado por sus años como Representante Comercial de Estados
Unidos, hace pensar más en la Mafia que en la gobernabilidad
democrática. Y ni siquiera porque muy probablemente podría llegar a
desacreditar al Banco y dejarlo al borde del colapso, tal como lo hizo
con la OMC.
Aún cuando los Directores Ejecutivos del Banco no encuentren estas
razones lo suficientemente apremiantes como para cumplir con sus
responsabilidades y llevar a cabo un proceso de selección serio para
la Presidencia del Banco, existe otra consideración que podrían hallar
más persuasiva. Antes de aceptar tranquilamente la designación de
Robert Zoellick como Presidente del Banco, también deberían estudiar
detenidamente lo sucedido con aquellos Embajadores ante la OMC que se
atrevieron a hacerle frente cuando era Representante Comercial de
Estados Unidos. Y luego deberían pensar cuidadosamente cuánto tiempo
más podrían continuar siendo Directores Ejecutivos si no cumplieran el
resto de su período en el cargo simplemente como espectadores pasivos
y dejando que Zoellick administrara el Banco de la forma en que más le
plazca a él y a los que mueven los hilos desde la Casa Blanca.
Ya están avisados...
Este artículo apareció en primera instancia en el sitio web de Jubilee
Research.
Referencias:
(1) Fatoumata Jawara y Aileen Kwa (2004) Tras las bambalinas de la
OMC: la cruda realidad del comercio internacional. 2da edición.
Londres: Zed Books.
(2) Para contar con un catálogo completo de los muchos y variados
alegatos contra Wolfowitz, y de la correspondiente evidencia
probatoria, visitar el archivo en worldbankpresident.org weblog.
(3) Ver detalles en nota al pie 1. El libro presenta un informe
detallado acerca de los procesos que tuvieron lugar antes, durante y
después de la Reunión Ministerial de Doha de la OMC, en base a
entrevistas con 34 Embajadores, delegados y miembros del personal de
la Secretaría de la OMC, las cuales son citadas extensamente en todo
el libro. Cualquiera que al terminar de leer este artículo no esté
totalmente convencido de que a Zoellick no hay que permitirle ni
acercarse al Banco Mundial, debería leer este libro.
(4) Comunicado de Prensa del Representante Comercial de Estados
Unidos, 14 de septiembre de 2003, Representante Comercial de Estados
Unidos Robert Zoellick Conferencia de Prensa Nocturna, Cancún, México.
(5) Associated Press (2003) “WTO Reeling from Trade Defeat in Cancun”,
15 de septiembre.
(6) David Woodward y Andrew Simms (2006) "Growth Isn’t Working: the
Uneven Distribution of Benefits and Costs from Economic Growth" nef.
Ver documento completo (en inglés)
(7) Proyecto Bretton Woods (2007) "Conocimiento en Banca-rota:
Evaluación dice que la investigación del Banco Mundial 'no es ni
remotamente confiable'". Ver documento completo
Información relacionada:
* Banco Mundial: Wolfowitz o Zoellick, ¿ésa es la cuestión?, por
Fabrina Furtado (Rede Brasil)
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