[Deuda-QdQ] Uruguay: entrevista con la ambientalista María Selva Ortíz: la oposición a las pasteras, versión uruguaya
Ecologistas en Acción - Área de Ag
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Mar Jun 5 03:51:54 CEST 2007
Uruguay: entrevista con la ambientalista María Selva Ortíz: la oposición
a las pasteras, versión uruguaya
La coordinadora de la Asociación Redes-Amigos de la Tierra de Montevideo
advierte que la instalación de las plantas de celulosa de Botnia y Ence
consolidará un modelo económico perjudicial para su país, dominado por
la concentración y la extranjerización de la tierra
“Todas las unidades productivas están siendo adquiridas por cinco
empresas forestales”, subraya. Para la especialista, el verdadero debate
sobre las pasteras quedó sepultado por la fervor nacionalista que
despertó el conflicto diplomático con la Argentina. Las verdaderas
beneficiadas –dice- son las trasnacionales que no tributan impuestos y
reciben créditos blandos. La contaminación del agua, la expulsión de la
población rural y el modelo productivo del Frente Amplio.
“La instalación de las plantas de celulosa en nuestro país consolida y
amplía un modelo forestal que ya está comprobado que tiene graves
impactos económicos, ambientales, políticos y sociales para Uruguay”,
señala María Selva Ortíz, socióloga y coordinadora de la asociación
ambientalista Redes – Amigos de la Tierra Uruguay.
En una entrevista realizada en Montevideo, Ortiz expresó su preocupación
porque el conflicto con Argentina por la construcción de una fábrica de
pasta celulosa en Fray Bentos “ha corrido el eje del verdadero debate
que debemos darnos los uruguayos en cuanto a qué está pasando hoy con el
modelo forestal, con la concentración y extranjerización de la tierra,
con todas las unidades productivas que están siendo adquiridas por sólo
cinco empresas forestales trasnacionales, entre las que se encuentran
Botnia y ENCE”.
Los estudios de Redes sobre las consecuencias del monocultivo forestal
empezaron a principios de la década del ’90, pocos años después de que
el gobierno democrático de Julio María Sanguinetti consagrara una ley,
que continúa vigente, que le brinda beneficios impositivos, subsidios y
créditos blandos a la forestación.
- ¿Por qué el primer gobierno de restauración democrática promovió la
industria forestal en Uruguay?
- En principio se veía como una alternativa para los productores
nacionales, pero inmediatamente llegaron las empresas transnacionales
que concentraron tierras. Hoy cualquiera de esas transnacionales tienen
un producto bruto mayor al de Uruguay y, sin embargo, no pagan ningún
impuesto y reciben créditos blandos. Es el único sector industrial o
agrícola que recibe este tipo de beneficios. Así que los grandes
beneficiarios han sido estas transnacionales, porque incluso están
exentos de la externalización de costos que producen. Las carreteras se
deterioran mucho más, y ese costo lo pagamos todos los ciudadanos. Ahora
también en Argentina se está impulsando con fuerza una ley forestal que
es similar a la nuestra.
- ¿Qué impactos económicos ya se registran de este modelo?
- El monocultivo forestal no ha dejado nada al país desde el punto de
vista económico, porque ha dado mucho menos mano de obra que la
ganadería extensiva, incluso. Hay infinitas denuncias, en el Ministerio
de Trabajo, sobre trabajo semi-esclavo e infantil en las plantaciones
forestales. Los impactos ambientales en el agua ya son evidentes en
muchas zonas, como en Mercedes -una ciudad ubicada cerca de Fray Bentos-
donde 160 productores se han quedado sin agua. Además, hay una pérdida
grave de soberanía, porque existen cuencas absolutamente estratégicas
para nuestro país que están siendo claramente afectadas. Hay estudios
que dicen que se podría perder el 70% de la corriente de la cuenca del
Río Negro por el monocultivo, y en esa cuenca están tres de las cuatro
represas nacionales. Hoy nuestro país, como Argentina, está atravesando
una crisis energética muy grave. La instalación de las plantas no va a
hacer más que ampliar estos impactos negativos que ya se registran por
el monocultivo forestal.
- ¿Cuáles fueron las consecuencias sobre el mundo laboral?
- En el censo agrícola de 2000 ya se registra una expulsión de
productores y de trabajadores rurales y de oficios del campo a la
ciudad. Hoy se observan asentamientos en cinturones periféricos de
algunas ciudades del interior, y son trabajadores expulsados de los
campos que compran las transnacionales. Cuando estas empresas adquieren
las tierras, desarman todos los establecimientos que están dentro de las
plantaciones para que no puedan volver a ser ocupados.
- ¿Qué acciones se desarrollaron desde Uruguay para impedir que se
instalen las plantas de celulosa?
- Nosotros presentamos el caso de Ence y Botnia ante el Tribunal de los
Pueblos de Viena. También realizamos acciones contra Ence en España,
para que no se le brinden créditos por parte de diversos organismos del
Estado español para la instalación de su planta en Uruguay. Además,
logramos que el ING Bank no otorgue créditos. A nivel local
desarrollamos muchas acciones, aunque en el último año todas las
actividades que impulsamos tuvieron una baja repercusión en la opinión
pública, porque el conflicto con Argentina llevó a que los partidos
políticos y los medios convergieran en un bloque de defensa de las
inversiones y que cualquiera que se opusiera fuera acusado de
antipatriota. Pero hay una fuerte oposición en Uruguay a la instalación
de las plantas y a la forestación. Los uruguayos debemos darnos un
debate sobre qué modelo de desarrollo nacional queremos, sobre todo
porque la población dio un gran mensaje de cambio en las últimas
elecciones presidenciales de 2004, pidiendo la transformación del modelo
económico y productivo que se venía aplicando.
- ¿La política del Frente Amplio respecto a la forestación se
corresponde con ese mensaje de transformación?
- El gran emblema del Frente Amplio era “queremos un país productivo”.
Ahora, ¿la forestación está dentro de ese país productivo? ¿O son
empresas que vienen a utilizar recursos estratégicos de los uruguayos,
como el agua y la tierra, y el trabajo de los propios uruguayos para
satisfacer necesidades de consumo de otras sociedades? Este modelo,
además, pone en riesgo nuestra soberanía alimentaria, porque estamos
destinando a la forestación nuestras tierras más ricas para la
agricultura y la ganadería. Si los mercados internacionales van a estar
cada vez más ávidos de alimentos de calidad, ¿por qué producir un
commodity más como la pasta de celulosa? Ese es un debate que no pudimos
dar.
- ¿El modelo de monocultivo representa un retroceso con respecto al
modelo agro exportador de fines del siglo XIX?
- Lo único que dejan en nuestros país estas empresas son los beneficios
de los pocos uruguayos que van a trabajar en la fábrica. En el caso de
Botnia se van a crear sólo 260 puestos directos para los uruguayos,
porque más de 2000 personas que van a trabajar en la fábrica son
extranjeros y, obviamente, son quienes se van a desempeñar en los
puestos más calificados. Un frigorífico medio en Uruguay, que paga todos
los impuestos, genera 1040 empleos directos. Una tonelada de carne
orgánica se exporta a partir de 1200 dólares y puede llegar a 7000, y el
precio de una tonelada de pasta celulosa está en 400 dólares. Así que no
hay ningún argumento para seguir impulsando este modelo, porque además
los ganaderos se están quedando sin tierras para desarrollar su
actividad, y están en el techo de la producción.
- Uno de los ejes que no se trazó en el debate ha sido el escaso poder
de los Estados para negociar con las grandes empresas transnacionales.
- En este conflicto ha quedado claro que las empresas tienen mayor poder
que los Estados, como sucedió cuando Botnia no frenó la construcción de
la planta, pese al acuerdo entre los gobiernos uruguayo y argentino. En
Uruguay, actualmente se está dando una discusión sobre un proyecto de
ley de salud reproductiva, que Tabaré ya anunció que va a vetar si es
promulgada, y circula un chiste que dice que el movimiento feminista
llegó a un acuerdo con Botnia para que sea la propia empresa quien le
solicite a Tabaré que apruebe la ley, porque el presidente al único que
hace caso y escucha es a esta compañía. Sería muy estratégico (se ríe).
- ¿El gobierno del Frente Amplio impulsó alguna acción que limite el
modelo forestal?
- Si bien ha hecho poco, el Gobierno sí ha promovido una ley para que
las sociedades anónimas no pueden comprar tierras. También, aunque se
demoró bastante, Vázquez firmó un decreto que responsabiliza a las
transnacionales sobre la seguridad de los trabajadores que se desempeñan
dentro de las plantaciones, porque hasta ahora no eran responsables, ya
que el trabajo era tercerizado. Los contratistas generaban trabajo en
negro y, si había algún accidente laboral, no eran solventes para
hacerse cargo de los costos. Otro avance es que se terminaron los
subsidios a la forestación, aunque se mantienen las exenciones impositivas.
- ¿Cómo analiza la relocalización o la construcción de un acueducto como
posibles soluciones que destraben el conflicto con Argentina?
- La relocalización no implica ninguna mejora para Uruguay. La
relocalización de Ence en Colonia, que fue anunciada como un triunfo en
la Casa Rosada, para nuestro país implica que la empresa eleve su
producción de 500.000 a 1.000.000 de toneladas. Así que esa salida fue
mucho más perjudicial para Uruguay, porque se va a necesitar el doble de
químicos y la planta va a tener el doble de emisión de efluentes. Así
que para nosotros es una gran derrota. La relocalización es plantear que
no quiero la basura en el patio de mi casa y quiero que la quiten y la
pongan en cualquier lado, porque inclusive nos corren el área de
forestación hacia el sur, donde están las mejores tierras, que son cada
día más productivas. Tampoco la construcción de un acueducto representa
una la solución, porque los efluentes se derivarán hacia el Río Negro,
pero siempre van a terminar sobre el río Uruguay. De todas formas,
entendemos que hay que dirigir las acciones hacia las empresas, no hacia
la sociedad uruguaya. Nada de lo que produzcan Botnia y Ence -que es
pasta celulosa y no papel- será para el mercado interno, sino que estará
destinado para satisfacer necesidades de otras sociedades de consumo.
Hay ecologistas que vienen de Europa para solidarizarse y nosotros les
planteamos que ellos tienen que rever que están haciendo en sus
sociedades, porque ellos aumentan sus exigencias ambientales pero siguen
manteniendo su nivel de vida, así que los efectos vienen para acá.
Fuente: http://www.biodiversidadla.org/content/view/full/32799
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