[REpensar Barcelona] La Barceloneta como síntoma

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Lun Nov 10 17:16:28 CET 2008


La Barceloneta como síntoma

JOSEP MARIA MONTANER 08/11/2008


La presentación a la opinión pública del Plan Integral de la  
Barceloneta, con el soporte de la Ley de Barrios, es una espléndida  
noticia. Tras más de un año de lucha de los vecinos afectados, por  
fin se manifiesta el resultado de las negociaciones y la intención de  
detener el llamado "plan de los ascensores". Los quarts de casa van a  
mantenerse y a rehabilitarse, y el presupuesto de 16 millones de  
euros para mejora del espacio público y equipamientos contribuirá a  
rehacer un barrio cuya rehabilitación se había ido posponiendo.

La Barceloneta es todo un síntoma de lo que sucede en Barcelona: la  
presión del turismo, las expectativas inmobiliarias, el papel de las  
administraciones y las demandas críticas de los habitantes. En la  
Barceloneta se va a poner a prueba la capacidad de cambio del actual  
Ayuntamiento, anunciada recientemente con la voluntad del PSC de  
aproximarse más a la realidad de los barrios y recuperar votantes, y  
con la deseable tendencia a que Iniciativa-Verds refuerce su perfil  
ecosocialista, hoy tan desdibujado. Es de esperar una evolución  
positiva del modelo de gestión, en el que no sólo se haya abandonado  
la dependencia de los grandes eventos, sino que también se sepa salir  
de la trampa de la importación de arquitectura espectáculo, que  
legitima la especulación y que tanto contribuye a dilapidar las  
cualidades de Barcelona.

Se trata de demostrar que la superación del modelo Barcelona no  
implica caer en el neoliberalismo, sino que ha de ir en la dirección  
de mejorar las condiciones de vida de sus habitantes. Y en este  
proceso es crucial la contribución de las mujeres en una gestión más  
inclusiva y humana. A las aportaciones en los barrios de regidoras  
como Imma Moraleda y Elsa Blasco, y a la defensa de un urbanismo  
social e inclusivo de Imma Mayol y Ricard Gomà, se ha sumado ahora la  
energía positiva de la regidora de Ciutat Vella, Itziar González,  
arquitecta experta en la mediación en procesos participativos, que  
une a su cultura la experiencia en los métodos para afrontar el  
urbanismo que se está desarrollando en la ciudades más avanzadas.

En la reforma de la Barceloneta se juega mucho más que el futuro de  
un barrio: se está poniendo a prueba la capacidad de Barcelona para  
evolucionar y salir de su ensimismamiento y de un círculo vicioso de  
frentes irreconciliables: que si todo va bien, que si odio Barcelona;  
que si modelo sí, que si modelo no. Más allá de esta retórica vacía,  
lo importante es demostrar que sigue vigente el derecho a la ciudad  
de los inquilinos de un barrio hasta hace poco abandonado a su suerte  
y ahora enclave codiciado de la especulación inmobiliaria; es decir,  
se demuestra que son posibles los pactos coyunturales entre vecinos e  
instituciones democráticas para frenar la voracidad capitalista.

Después de cada conflicto urbano no puede hablarse de victoria. Y en  
este caso, antes de celebrarlo, se ha de dejar pasar un tiempo  
razonable y seguir atentos al proceso de gestión del plan. Porque la  
mejor noticia es que hayan quedado atrás los tiempos recientes de la  
represión y la intolerancia ejercida por algunos políticos y técnicos  
municipales, que llegaron al máximo en su rechazo a la defensa de los  
puestos de trabajo y del patrimonio de Can Ricart, en el Poblenou, y  
que se abra un periodo de urbanismo participativo. Que sean las  
fuerzas renovadoras en el Ayuntamiento las que vayan avanzando, a  
medida que los representantes de la línea dura van perdiendo fuerza,  
es algo que también depende de la ciudadanía. Y es mucho lo que falta  
por cambiar en la gestión de esta ciudad.

Que se haya decidido rectificar un urbanismo mercenario de los  
intereses neoliberales, que se había intentado imponer con el "plan  
de los ascensores", y se apueste por un urbanismo inclusivo y  
participativo es muy buena noticia, siempre que sea un cambio real,  
que se consolide y se extienda por toda la ciudad: Les Corts,  
Vallcarca, los Tres Turons, Bon Pastor, etcétera.

Ahora es el momento de los ensayos, los debates y los proyectos desde  
la nueva oficina técnica de la calle de Ginebra. Es la ocasión no  
sólo para estudiar manzana a manzana, manteniendo a sus habitantes y  
revalorizando el patrimonio, sino también para ensayar nuevos usos y  
formas del espacio público de la Barceloneta: pruebas con mobiliario  
urbano y vegetación que faciliten las actividades de los vecinos en  
el espacio público, retirando poco a poco a los automóviles y dando  
espacio libre a las personas. Que este nuevo horizonte que se abre no  
sea frustrado es un reto para todos y todas; en ello está en juego el  
futuro de la ciudad. Realmente, si la Barcelona de Jordi Hereu y  
Carles Martí acierta en la mejora de la Barceloneta y en la  
implementación del transporte público en la Diagonal, puede que sea  
muy diferente a la del fiasco del Fórum 2004, que encabezó Joan Clos.



http://www.elpais.com/articulo/cataluna/Barceloneta/sintoma/ 
elpepiespcat/20081108elpcat_5/Tes?print=

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