[REpensar Barcelona] Quien quiera oír que oiga

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Dom Dic 17 21:50:16 CET 2006


Quien quiera oír que oiga - (Crónica de ManiFIESTAcción Sábado 16)  	 
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Poco antes de las seis, Plaza Universidad era un hormiguero en colores.
Amarillo, verde y rosa en carteles y banderas. Rojo en las narices de payaso y
en las caras pintadas. Artistas de La Makabra, vecinos de Poble Nou, gente que
pasaba y se sumaba a la fiesta. Al frente, una gran bandera advertía que ?si
hay especulación hay okupación?. Detrás, montado en un carro, el sistema de
sonido marcaba el paso y señalaba el camino. Joaquín Costa, Bonsuccès, Doctor
Dou, Hospital, Ferrán, el corazón mismo de Ciutat Vella se vio muy pronto
colmado de salsas, polkas y serenatas. Manifestación, fiesta y acción. Nada
faltó en la manifiestacción makabra.

Primeros pasos

De elegante smoking, y dejando atrás su reciente pasado nudista, Jorge fue el
impecable portavoz y animador de la tarde. Destilando ironía en cada frase, el
maestro de ceremonia encabezó la caravana y, paradójico destino para un
artista del circo, no dejó títere con cabeza. Hereu, el 22@, el Plan de
Cultura del Ajuntament, sucumbieron a sus ocurrencias y a los cantos que
espontáneamente surgían entre la multitud. Al ritmo del ya clásico ?la
cultura no se desaloja?, los manifestantes se internaron en el Raval y así
llegaron hasta su primera parada, el MACBA. Allí, la impresionante explanada
de hormigón fue el escenario de la primera sesión de candombe del día, y los
incívicos skaters, sus testigos privilegiados. Algunos desprevenidos veían la
caravana y decían algo como ?ah, son los okupas esos?, y otros, no tan
indolentes, protestaban cansados de tanto ?zurdaje?. Es que Barcelona ya no
es lo que era, así no se puede vivir. Si no son estos vagos, son los de la
marcha contra el hambre. Y sino, los estudiantes.



La Marca Barcelona no funciona

El Plan de Cultura nos deja en bolas. El 22@ nos roba Barcelona. Y la Marca
Barcelona, ¿alguien lo duda?, no funciona. Si el mismo gobierno que se
compromete públicamente a favorecer los proyectos culturales autogestionados y
fomentar las actividades circenses desaloja a La Makabra, hay algo que no
funciona. Si la Barcelona que pretende ser una usina artística derriba las
paredes de Tánger 46, hay cosas que no van bien. Si la policía de esta
Catalunya pluralista y multicultural se roba discos duros en cada desalojo,
entonces definitivamente es que han perdido el camino. Sobre el final de la
jornada, alguien diría en la Plaza Sant Jaume que ?hay un pueblo en
Barcelona que no está de acuerdo con esto?. Un pueblo que se mueve, que hace
ruido, que canta, que pinta. Un pueblo que ocupa el espacio público y que no
compra la lavada de cara que le ofrecen con bombos y platillos.



Los azules

Pasadas las siete, cuando la manifestación se aproximaba a las puertas del
Teatro del Liceu, se encendieron luces de alarma en los Mossos de Esquadra, que
hasta ese momento habían permanecido impasibles. Rápidamente, unos diez
agentes se acordonaron frente al teatro y, por única vez en la tarde, la calma
pareció tensarse al compás de los silbidos descalificadores. Pero no, esta vez
tampoco pudo ser. Cascos, palos y escudos fueron, una vez más, la pésima
escenografía del grandioso espectáculo que a su paso iba llenando las calles
de vida. Una vez más se quedaron con las ganas. Todos al suelo, sentados,
recordando las salas llenas de La Makabra y las butacas vacías del Liceu.
?Ya que estamos en el Liceu, le decimos al señor Hereu, que el Plan
Estratégico de Cultureu, es una merdeu?, se escuchó en los altavoces. Y
punto. El oscuro montaje azul, patética postal de la Barcelona multicultural,
allí quedó, inmóvil, ridículo, mientras el color ya inundaba Ferrán en
dirección a Sant Jaume.



Una ronda redonda

A las siete y media, la movilización llegó a Sant Jaume, destino final de la
larga travesía. Otra vez, todos al suelo y en ronda. Un gran círculo humano
que copaba gran parte de la plaza y apenas dejaba espacio para la cola de los
que querían saludar al niño Jesús en el Belén navideño. Y no es casual lo
de la ronda. El círculo es, aunque suene extraño, la figura geométrica más
democrática que pueda concebirse. En el círculo no es posible la jerarquía,
todos ven a todos y cada uno es tan necesario como el otro para completar la
figura. No por nada las asambleas se hacen en ronda. Y ahí dentro, en ese
potente anillo de energía humana, los makabros pudieron jugar al juego que
mejor juegan y más les gusta, como diría un gran poeta catalán, oriundo del
Poble Sec.

Improvisaciones, parodias y malabares. Ejercicios de destreza corporal y de
mimo. Música, desde los fríos vientos rusos a los cálidos berimbaus
brasileños. Capoeira y marionetas. Fuego y candombe, las frutillas del postre.
Párrafo aparte para la parodia de Jordi Hereu pidiendo polonio al primer
mandatario ruso, Vladimir Putin, para solucionar el temita de los indeseables
esos, los okupas. Un chico, no importan su nombre, edad o nacionalidad, pidió
la palabra y en quince segundos dejó en claro que para tener cojones no es
necesario portar saco y corbata. Vistiendo una falda negra pasó al frente,
cogió el micrófono y, emocionado, dijo que ?La Makabra tiene las puertas
abiertas para los maricones, las lesbianas y los transexuales?. Y para los
sin techo. Y para los sin papeles, los ?ilegales? de la cuestión. La
Makabra es para los que todavía quieran creer en el ser humano y en su poder
creador, para los que decidan desmomificarse y abrir los ojos. Todos ellos
serán bienvenidos.



Maravilloso lenguaje

Los periódicos del domingo destacarán una y otra vez que la del día anterior
fue una manifestación pacífica. Eso mismo dijeron de los desalojos. Pero paz
y violencia son palabras difíciles, y mucho más en boca de quienes creen que
la segunda es el camino necesario para alcanzar la primera. Muchos fueron los
oradores en las tres horas de la plaza. De La Makabra, de la Plataforma Salven
Can Ricart, de la marcha contra el hambre que se acopló en Sant Jaume. Y en
cada discurso, más o menos visiblemente, la mentira fue repudiada. La mentira
genera violencia, enfrenta a los hermanos, distancia a los amantes. La mentira
desaloja. El sábado, en la mismísima plaza del Ajuntament, desde los
altavoces se escuchó que ?el desalojo de Can Ricart fue ilegal?. El
argumento del juez, el empleo de la violencia en el ingreso al polígono, es
simplemente falso. Los videos y testigos pueden probarlo, quien quiera oír que
oiga y quien quiera ver que abra los ojos. Y las verdades, pacíficas,
continuaron. Quienes esperaban en la larga fila del Belén, pudieron escuchar
que al colectivo artístico no se le permitió el acceso a la información
judicial, que se pudo identificar a cinco miembros de las fuerzas policiales
infiltrados en La Makabra, y que la original acción del pasado jueves en el
Mercado del Borne no se trató de una presunción fálica sino de simbolizar
gráficamente las consecuencias de los planes culturales y urbanísticos del
gobierno. La mentira es violenta, pero el lenguaje tiene el maravilloso poder
de neutralizarla. El humor y la ironía, escudo y espada, son armas muy
poderosas si se usan con inteligencia. Y el sábado, en Sant Jaume, La Makabra
dio cátedra.

El lenguaje político, como el periodístico, simplifica y divide. Izquierda y
derecha, buenos y malos, cívicos e incívicos, legales e ilegales. De un lado,
nosotros. Del otro, ellos, los que no trabajan, los inconformistas, los
sospechosos. La lógica es perversa, pero se deshace ante la verdad y ante la
evidencia de los hechos. En el centro de la plaza, frente a los muros que
protegen la cocina del poder, la sentencia fue terminante. ?Estos dos
edificios son escuelas de teatro. Es una farsa impresionante?. A la mentira,
con verdades se responde.

Ya eran más de las nueve cuando comenzaron los malabares con fuego y la
percusión que darían fin a la jornada. Un ?Abra Makabra? seguido de
fuertes aplausos fue el punto final. De a poco, la caravana se disolvió y la
plaza fue quedando vacía. Al menos hasta la próxima.



Abra Makabra

En La Makabra hay hombres y mujeres por igual. La mayoría tiene veinte o
treinta, pero no faltan los que llevan más de medio siglo en esta vida. Hay
payasos, malabaristas, músicos, bailarines, sonidistas, iluminadores,
soldadores, dibujantes, pintores, escritores, diseñadores, maquilladores,
periodistas, fotógrafos, documentalistas. Cada uno tiene saberes que lo hacen
fundamental para el conjunto. Tienen diferencias entre sí, pero comparten un
proyecto y pelean juntos por él.

Nos toca un buen momento para hablar y actuar. Un período de cambio. En Sant
Jaume, alguien dijo que ?vivimos en una cultura vacía, algo nuevo tiene que
surgir?. Y algo nuevo ya ha surgido, quien quiera oír que oiga y quien
quiera ver, que abra los ojos. Las cientos de personas que el sábado llenaron
la plaza lo estaban diciendo claramente. Somos muchos los que formamos esta
nueva cultura, ?la cultura de la vida?.

La Makabra elige y propone vivir artísticamente. Y vivir así es amar lo que se
hace, pero amarlo por sí mismo y no por lo que eso puede dar. Es poner el
corazón en cada cosa, por pequeña que sea. Es no especular. Es improvisar,
porque lo que falta hay que inventarlo sobre la marcha. Es no temer al cambio,
porque en el cambio se crece. Es confiar en que el vínculo social es la única
salida que nos queda a los humanos. Vivir artísticamente implica, al mismo
tiempo, responsabilidad y libertad. Vivir artísticamente es lo contrario de
hacerlo políticamente, con doble discurso, calculando siempre el beneficio,
midiendo, siendo artífice de la continuidad de la injusticia. No sólo los
políticos viven políticamente. También un artista puede vivir
políticamente. Y un político puede vivir artísticamente, aunque eso cueste
imaginarlo. El doble desalojamiento de La Makabra pone en escena dos visiones
antagónicas del mundo, dos maneras de pensar la sociedad. ?No es estar en la
kasita okupa, es plantear un sistema distinto. Es algo que va más allá de la
ocupación en sí misma. No se engañen y no nos engañemos? dijo un
representante de La Makabra. Ahora, los hechos están a la vista. Y las
palabras, dichas y escritas. Quien quiera oír que oiga, quien quiera ver, que
abra los ojos.


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