[REpensar Barcelona] 'Can Ricart podría ser el gran taller de la ciudad'

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Lun Abr 17 12:05:41 CEST 2006


http://www.elpais.es/solotexto/articulo.html?xref=20060417elpcat_7&type=Tes&k=Debemos_salvar_Can_Ricart_completo

Debemos salvar Can Ricart al completo*
XAVIER TRIAS. EL PAÍS - 17-04-2006

El pasado 6 de abril, EL PAÍS publicaba un artículo muy interesante de Joan
Subirats sobre el histórico recinto industrial de Can Ricart, en Poblenou,
y el proyecto para su preservación. Un artículo con el que coincido en el
99% de su contenido, aunque no comparto la visión un tanto optimista de su
autor, que considera la propuesta actual del gobierno municipal como
claramente mejor que la inicial.

No les engañaré, descubrí el recinto fabril de Can Ricart a principios del
año 2005. Fue durante una de las muchas visitas que hago con ciudadanos de
Barcelona a su barrio de residencia o a su lugar de trabajo, y que han
querido trasladarme sus inquietudes o sus propuestas. El paseo por Can
Ricart me permite descubrir una destacada actividad industrial en un
entorno con un marcado carácter, con encanto; *un racó de ciutat* de los
que hacen que Barcelona sea Barcelona, con un sabor y un aroma
inconfundibles. Esa no fue mi última visita al recinto, ya que he seguido
con las empresas afectadas el proceso que ha culminado con la expulsión
del recinto. Antes de que su marcha fuera irremediable, en el grupo
municipal de CiU demostramos que se podía modificar el planeamiento
urbanístico previsto para salvar todo el recinto industrial sin perjudicar
los legítimos intereses de la propiedad. Nos tacharon entonces de
indocumentados y demagogos, pero la última propuesta del tripartito
municipal, que como Subirats me gustaría pensar que es provisional,
confirma ahora que nuestro proyecto era razonable. Pero en este año que
hemos perdido por un gobierno municipal lento de reflejos, las empresas
han abandonado Can Ricart, que ha sufrido
una rápida degradación que culminó con el incendio del pasado 4 de abril.
Un incendio tan poco deseado como lamentablemente previsible. Los vecinos
y las empresas que aún resisten en el recinto habían advertido diversas
veces del riesgo de incendio o de cualquier otro percance en el interior
de un Can Ricart cada vez más desolado y vacío. Esa lentitud municipal,
llevada a la exasperación, es la que permitió el incendio de una nave que
todo apunta que ya era entonces de propiedad municipal. La vacilación
municipal ya ha hecho que no nos podamos plantear mantener las actividades
industriales, pero sí
podemos discrepar en el uso que ha de tener el recinto. Transformar Can
Ricart en un escenario de cartón piedra es no entender la oportunidad que
nos brinda este espacio. Este recinto fabril que lleva albergando desde su
creación centenaria actividades industriales debería mantener su
orientación productiva, ofreciendo espacios para unas actividades que el
22@, lejos de
repudiar, tendría que considerar como estratégicas. En el gobierno municipal
siempre se define el 22@ como la transformación de un espacio industrial
obsoleto en uno que dé cabida a nuevas actividades económicas basadas en el
uso intensivo del conocimiento. ¿Por qué no puede encajar en esta definición
una empresa que fabrica velas siguiendo procedimientos artesanales -sus
modelos son copiados, con muy poca fortuna, hasta por productores chinos- y
que ha tenido que abandonar Can Ricart? ¿Será porque el conocimiento
transmitido entre padres e hijos en esta ciudad, que pretende ser
multicultural y moderna, ya no viste tan sólo porque nos recuerda al pasado,
aunque éste se pueda proyectar con fuerza al futuro? La respuesta es que el
22@ menosprecia este tipo de actividades ya que las considera incompatibles
con un espacio destinado a albergar la modernidad de cortas miras que
impulsa el gobierno municipal. Podemos discutir si Can Ricart merece la pena
o no, aunque ante la abrumadora documentación que de manera más que
meritoria nos ha puesto encima de la mesa el Fórum Ribera del Besòs se me
hace difícil encontrar argumentos para justificar el derribo. Una vez
llegados a la conclusión de que hay que salvar el recinto, debemos hacerlo
de manera íntegra. Como argumentan los vecinos, en caso contrario es como si
ahora decidiéramos conservar un coche, pero tirando el motor y cortando por
el maletero. Podrá servir como mueble, pero no habremos conservado un coche.
Debemos salvar todo el recinto de Can Ricart, y tenemos que salvarlo como un
recinto vivo, como un recinto productivo. La semana pasada tuve oportunidad
de visitar el recinto vecino de la antigua fábrica de La Escocesa, otro
espacio digno de atención que actualmente alberga a un nutrido grupo de
personas que se dedican a la creación artística en algunos pequeños
talleres. Compartir una mañana con los moradores actuales de La Escocesa me
permitió conocer a una interesante compañía teatral que hace de las sombras
todo un espectáculo, unos montajes que tardan hasta dos años en elaborar
tras recopilar conocimientos y experiencias sobre la luz y las sobras que
proyectan diversos materiales. En otro taller, un creador contaba que
después de tres años de experimentar con hojas de árboles y plantas ya creía
que su obra podía ser expuesta. ¿Quieren dos ejemplos más claros de
actividad que utiliza intensamente el conocimiento? Can Ricart podría ser
el gran taller de la ciudad. Un espacio dedicado a la creación
multidisciplinar, ya que hay espacio suficiente como para dar cabida a
equipamientos que den respuesta a las necesidades sociales del entorno más
inmediato, y también para que la gente de Hangar pueda continuar con su
actividad, tirar adelante el proyecto de Nau 21 y alojar a los que deberán
dejar La Escocesa. Un taller que ha de permitir al Ayuntamiento apostar por
nuevos creadores y a las empresas que se instalen en la zona aprovechar la
sinergia que tanto talento concentrado en un espacio único puede generar.
Es con un proyecto ambicioso que salvaremos Can Ricart, y lo impulsaremos
con fuerza hacia la modernidad como lo hicieron los industriales que
empezaron la construcción del recinto en el siglo XIX. Porque cuando
hablamos de Can Ricart hablamos de la última oportunidad que tiene el 22@
de demostrar que es algo más que una gran operación inmobiliaria que puede
llevarse al traste un barrio con tanto carácter como Poblenou.
------------ próxima parte ------------
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