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<DIV>merci..bien escrito...</DIV>
<DIV>idoia</DIV>
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<DIV style="FONT: 10pt arial">----- Mensaje original ----- </DIV>
<DIV
style="FONT: 10pt arial; BACKGROUND: #e4e4e4; font-color: black"><B>De:</B> <A
title=roal@nodo50.org href="mailto:roal@nodo50.org">Yolanda Rouiller</A>
</DIV>
<DIV style="FONT: 10pt arial"><B>Para:</B> <A
title=redcercanamdn@llistes.moviments.net
href="mailto:redcercanamdn@llistes.moviments.net">Red Cercana de Mujeres de
Negro</A> </DIV>
<DIV style="FONT: 10pt arial"><B>Enviado:</B> miércoles, 06 de julio de 2011
6:53</DIV>
<DIV style="FONT: 10pt arial"><B>Asunto:</B> [Redcercana] un articulo sobre la
'gran guerra'</DIV>
<DIV><BR></DIV>
<DIV class=cabecera_noticia>
<H2><SMALL><SMALL>Hace tiempo leí este articulo y quería compartirlo con
vosotras, se quedó en mi mesa, hoy os lo envío.</SMALL></SMALL></H2>Un
abrazo,<BR>Yolanda<BR><BR>
<H2>REPORTAJE: IDA Y VUELTA </H2>
<H1>Razón a destiempo</H1>
<H3></H3>
<DIV class=firma>
<P><STRONG>ANTONIO MUÑOZ MOLINA</STRONG> <EM></EM>28/05/2011 </P></DIV></DIV>
<DIV class=contenido_noticia>
<P>Hay historias que no parece que terminen nunca de contarse del todo, quizás
porque no dejan de seguir sucediendo, por mucho que se alejen en el tiempo. La
I Guerra Mundial, la Gran Guerra, terminó en noviembre de 1918, hace ya casi
un siglo: pero los dos últimos veteranos británicos murieron hace solo unos
años, y cada año se recogen todavía, en los antiguos campos de batalla de
Francia y de Bélgica, más de doscientas toneladas de material de guerra. En
2005 se excavaron 250 nuevos cadáveres de soldados británicos y neozelandeses.
Brigadas especiales siguen recorriendo los campos en busca de los muchos miles
de minas y de bombas que siguen sin explotar desde hace casi cien años. En
1991, durante las excavaciones para un tendido de ferrocarril de alta
velocidad, murieron 36 trabajadores por explosiones de bombas de la guerra. En
2005, tan solo en la zona de la batalla del Somme, los equipos franceses
desactivaron 50 toneladas de explosivos. Los tractores de los campesinos
siguen llevando blindajes delanteros por el peligro de las explosiones. En
cuanto cavan un poco más hondo sus cuchillas alcanzan un estrato geológico
inagotable de cascos de guerra, fusiles, fragmentos de esqueletos, botas,
cantimploras, mochilas, casquillos de balas, relojes, platos abollados de
latón, hebillas de cinturones. Cuatrocientos cementerios de cruces blancas
idénticas puntean los campos del Somme, en los que cayeron muertos o heridos
57.000 soldados y oficiales británicos antes del anochecer del primer día de
la batalla, el primero de julio de 1916; 125.000 habían muerto a principios
del otoño, cuando el barro y la lluvia forzaron a paralizar las operaciones.
Llovía tanto en aquellos campos de Flandes que muchos miles de soldados
murieron ahogados en el barro. Uno de ellos, llegado de India, escribió a su
familia: "Esto no es la guerra. Esto es el fin del mundo".</P>
<P>La escala de la matanza desafía la capacidad humana de imaginar lo
espantoso. Entre 8,5 y 10 millones de soldados murieron en los frentes;
hombres muy jóvenes sobre todo: la mitad de los varones franceses entre 20 y
32 años; más de la tercera parte de los alemanes; 6 de cada 20 británicos.
Hubo entre 12 y 13 millones de víctimas civiles. Y la gripe que empezó en un
campamento militar americano en los primeros meses de 1918 mató a 50 millones
de personas. Hubo 21 millones de heridos, muchos de ellos trastornados
mentales que siguieron llevando vidas oscuras de sufrimiento en manicomios. En
Inglaterra la asociación de veteranos con las caras desfiguradas por heridas
de guerra tenía en 1919 41.000 miembros. En 1918 el 70% del producto nacional
bruto de Gran Bretaña se dedicó a gastos militares. En Berlín había tanta
hambre que cuando un caballo de tiro caía muerto en la calle una multitud de
mujeres se congregaba en torno a él y lo despedazaba con tijeras o cuchillos
hasta que no quedaba más que el esqueleto. Con las ropas y las caras
ensangrentadas las mujeres huían llevando pedazos de carne cruda en las manos.
"¡Matad alemanes, matadlos!", clamaba el obispo anglicano de Londres en un
sermón publicado en 1915, "no por el gusto de matar, sino para salvar al
mundo... Matad a los buenos y matad a los malos, a los viejos igual que a los
jóvenes, a los crueles y a los que muestren compasión". Según avanzaba la
guerra y las oficinas de reclutamiento no daban abasto para procesar más carne
de cañón, Winston Churchill alentaba a la aceptación de lo peor: "Muchachos de
18 y de 19, hombres mayores de hasta 45, el último hermano superviviente, el
último hijo de una madre ya viuda, el padre que es el único sustento de su
familia, el débil, el tuberculoso, el herido tres veces, todos tienen ahora
que prepararse para la guadaña".</P>
<P>Por muchas veces que se cuente aquel horror sigue sobrecogiendo. Pero
quizás sobrecoge todavía más la inconsciencia humana que dio lugar a tanta
destrucción, y el entusiasmo casi unánime con que fue recibido en agosto de
1914 el advenimiento de la guerra. Muchas de las más lúcidas inteligencias de
la época la saludaron como una ocasión gloriosa: Thomas Mann, Sigmund Freud,
incluso Stefan Zweig. En el mundo de habla alemana la única excepción luminosa
fue Albert Einstein. Y había que tener mucho valor, mucha fortaleza de
criterio, mucha capacidad de resistencia solitaria, para no dejarse llevar por
una marea que lo arrastró todo, como una apetencia delirante de suicidio
colectivo, una borrachera universal de los peores instintos elevados a la
categoría de patriotismo y pestilente retórica, de coacción sin escrúpulo
contra cualquier disidencia.</P>
<P>La historia de aquella guerra sigue sucediendo y sigue siendo contada. El
añadido más reciente es un libro de Adam Hochschild, <I>To End All Wars,</I>
que ojalá sea traducido cuanto antes al español, porque además del relato de
los horrores y de las imbecilidades que ya conocíamos contiene un catálogo
preciso de algunos de los hombres y las mujeres que conservaron la lucidez en
medio de aquella pavorosa demencia, que se negaron a dejarse llevar por la
corriente, que resistieron con un heroísmo sin recompensa, sin esperanza,
aislados entre la muchedumbre de los celebradores de la guerra, perseguidos,
calumniados, sometidos a la infamia y en muchos casos a la cárcel. Adam
Hochschild es un historiador que ha escrito con admirable talento narrativo
sobre algunos de los grandes espantos de la humanidad civilizada y sobre las
personas que se atrevieron a enfrentarse a ellos: sobre la explotación
colonial y el genocidio del Congo en <I>EL fantasma del rey Leopoldo;</I>
sobre la esclavitud y los movimientos progresistas para abolirla a principios
del XIX en <I>Enterrad las cadenas.</I> Como el colonialismo, como la
esclavitud, la guerra fue en 1914 una causa moralmente noble, patrióticamente
necesaria. Un siglo o varios siglos después las posiciones justas se ven muy
claras, y a ninguno de nosotros nos cuesta nada afiliarnos a ellas: pero
cuánto coraje, cuánto empeño, cuánta claridad intelectual y moral necesitaron
los primeros abolicionistas, los primeros testigos que contaron al mundo la
mezcla de crueldad y codicia que se escondía detrás de la aparente nobleza
civilizadora del colonialismo.</P>
<P>Los héroes de Hochschild en <I>To End All Wars</I> son los objetores de
conciencia, las militantes feministas, los dirigentes obreros, los escritores,
poquísimos, que se atrevieron a levantar la voz. Yo sabía de Jean Jaurès, el
dirigente socialista que siguió defendiendo el internacionalismo de la clase
trabajadora y la necesidad de la paz hasta el momento mismo en que lo
asesinaron, y también de Bertrand Russell, que aceptó sobriamente la infamia y
la cárcel por denunciar la guerra. Pero no había oído hablar de Keir Hardie,
un parlamentario laborista que había trabajado de niño en las minas de carbón
y que no cedió nunca en sus convicciones pacifistas, ni de Sylvia Pankhurst,
Alice Wheeldon, Charlotte Despard, Emily Hobhouse, mujeres que se rebelaron
contra la barbarie patriótica con el mismo arrojo con el que llevaban años
defendiendo el sufragio femenino, que tuvieron el mérito y la desgracia de
tener razón a solas y de tenerla antes de tiempo.</P></DIV>
<P>
<HR>
<P></P>_______________________________________________<BR>Redcercanamdn
mailing
list<BR>Redcercanamdn@llistes.moviments.net<BR>https://llistes.moviments.net/listinfo/redcercanamdn<BR></BLOCKQUOTE></BODY></HTML>