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<font size="+1"><font face="Verdana">EL ACCIDENTE NUCLEAR DE
FUKHUSIMA<br>
<br>
El brutal terremoto que ha azotado Japón recientemente ha traído
un corolario inesperado: Un accidente nuclear en la central de
Fukushima en la isla principal de Japón y a 240 km al noreste de
Tokio. Cuando se escriben estas notas (la situación cambia con
tanta celeridad que lo que se escribe estará viejo cuando se
lea) el reactor número 1 del complejo atómico (que consta de 6
grupos en funcionamiento y dos más en construcción) parece ser
el más dañado. Aunque la reacción nuclear se detuvo como
consecuencia del terremoto, el sistema de refrigeración del
núcleo, cuya función es extraer el calor residual de la reacción
nuclear, se ha visto severamente afectado. El problema, aún
ahora es ¿Cómo conseguir extraer el calor del núcleo del reactor
para evitar que se funda completamente y libere una ingente
cantidad de radiactividad?.<br>
<br>
Pero hay que aclarar que una buena cantidad de materiales
radiactivos ya han sido liberados, y en el momento en que se
escriben estas notas se ha publicado que hay tres personas
hospitalizadas, que entre 70 y 160 están expuestos a niveles de
radiación por encima de lo previsto y unas 200.000 personas, en
un radio de 20 km han sido desalojadas de sus hogares. Aunque
la AIE de la energía ha calificado el suceso como nivel 4 en su
escala de sucesos nucleares, no es difícil adivinar que esta
calificación será revisada al alza ya que el suceso es, en el
momento presente, más grave que el de la central nuclear de
Three Mile Island, Harrisburg (Pensilvania, EE.UU) de 1979 que
oficialmente tiene la calificación de nivel 5. <br>
<br>
Hay un elemento de morbo adicional en nuestro país. La central
accidentada es gemela de la planta de Santa María de Garoña
(Burgos), la más antigua de las que aún funcionan en la
península y sobre la pesa una orden de cierre decretada por el
gobierno actual y que debe ser ejecutada por el que le suceda en
las próximas elecciones. El líder de la oposición, hasta ahora,
ha hecho gala de pretender la prolongación de la vida de la
central nuclear. Ambas centrales son de agua en ebullición de
patente General Electric de potencia similar y de casi la misma
antigüedad. Ambas se conectaron a la red eléctrica en 1971.<br>
<br>
El origen de los problemas parece haber sido, tras la parada de
la planta como consecuencia del movimiento sísmico, la pérdida
del suministro eléctrico exterior con el que funciona el sistema
de refrigeración de emergencia (el que extrae el calor residual
del núcleo cuando se ha detenido la reacción nuclear). Para
agravar las cosas se produjo una posterior pérdida del generador
diesel para alimentar eléctricamente dicho sistema, como
consecuencia del Tsunami que siguió al terremoto. <br>
<br>
Hay algunas preguntas que merecen respuesta. ¿Por qué de los 6
reactores del complejo el más severamente dañado es el grupo
número 1? .Y otra no menos importante ¿A qué se debió la
explosión que ha afectado a la contención exterior de la
planta?. <br>
<br>
Las respuestas a estas preguntas es, sorprendentemente, muy
relevante para el futuro de la central nuclear de Garoña. Una de
las muchas mentiras que se contó a la opinión pública europea
tras el accidente de Chernobil, es que ese accidente no podría
ocurrir aquí porque todas las centrales disponían de sistemas de
contención que laminarían la fuga de material radiactivo que se
produciría tras un accidente nuclear. Se hablaba de de que todas
disponen de sólidos edificios de hormigón armado (contenciones
secas) capaces de soportar el incremento de la presión y las
posibles explosiones de origen químico que seguirían a un
accidente nuclear. Esto era evidentísimamente falso en Zorita
(cerrada en 2006) ya que disponía de una cúpula de acero de
apenas unos centímetros de espesor, y era también mentira en
Fukushima y en Garoña porque disponen de un sistema de
contención denominado Mark I que funciona por el mecanismo de
relajación de presión. <br>
<br>
En este sistema hay una doble contención. La primera es una
envoltura hermética de acero (ver “Informe sobre las centrales
nucleares españolas”de marzo de 1983 del CSN) dotada de una
cámara de relajación de la presión que no es sino una vasija de
acero llena hasta la mitad de agua. En el exterior hay una
segunda contención de hormigón armado de 1 m de espesor. Esta
segunda contención (que como se ha visto no es una sólida
contención de hormigón amado y que tampoco está dotada de una
sólida cúpula semiesférica) es la que ha sido dañada (parece que
definitivamente destruida) por una explosión que después
trataremos de explicar. <br>
<br>
Al contrario de lo que han dicho en muchas ocasiones los cínicos
portavoces de la industria nuclear y del supuesto organismo de
control (el CSN), la contención que funciona de forma eficaz no
es la secundaria, ya destruida en el accidente, sino la
primaria. En la página 64 del citado informe del CSN se puede
leer que esta contención está diseñada para soportar presiones y
temperaturas que resultarían de un fallo equivalente a una
rotura circunferencial de la tubería principal de refrigeración
y la consiguiente emisión de gases de la vasija del núcleo.
Estos gases son sobre todo vapor de agua, pero también isótopos
volátiles y el hidrógeno que se forma en la propia reacción
nuclear y además tras la reacción del metal que forma las vainas
de combustible con agua al elevarse la temperatura del núcleo.
Este hidrógeno es el problema. <br>
<br>
La filosofía de relajación de la presión es que estos gases al
burbujear forzosamente sobre el agua de la vasija de acero se
enfrían (parte del vapor de agua vuelve a ser líquida) o se
disuelven en agua. Este es el caso del yodo, uno de los
radioisótopos más abundantes en los productos de fisión del
uranio que presenta una notable solubilidad en agua. El problema
es justamente el hidrógeno. Este gas ni se licua ni se disuelve
y su proporción en la contención primaria aumenta. Es bien
sabido que dicho gas produce, cuando se alcanzan ciertas
proporciones, una reacción explosiva con el oxígeno del aire.
Este parece ser el origen de la explosión que ha destruido la
contención secundaria. La proporción hidrógeno/oxígeno ha
resultado fatal. El oxígeno, poco presente en la contención
primaria, está no obstante en el aire a presión reducida de la
contención secundaria. El hidrógeno apareció en dicha contención
por “venteo” de la contención interior para aliviar la presión
en el interior de la misma.<br>
<br>
No es difícil entender algunas de los fragmentos de noticias que
se están produciendo. Se habla de aumento de la radiación
exterior y esto se debe a los “venteos” de gases que arrastran
materiales radiactivos del núcleo, sobre todo productos de
fisión volátiles. Parecen coherentes las noticias que haban de
niveles altos de Yodo y Cesio en el entorno. Y se ve con gran
preocupación como continuar la refrigeración del núcleo. Muy
probablemente deberán producirse nuevos “venteos” de gases
radiactivos para evitar que la sobrepresión sobre la contención
primaria provoque una fuga masiva (como la de Chernobil) de
radioisótopos. Es, sin lugar a dudas una decisión prudente
ventear, pero cada vez que se hace aumenta el impacto
radiológico del accidente. Por eso lo de evacuar a 200.000
personas es una decisión valiente y acertada. Se ha primado su
seguridad pese a la evidente alarma social que concita la
medida. <br>
<br>
Mientras escribo estas notas deseo fervientemente que los
técnicos de Fikushima, que están sufriendo riesgos radiactivos
por los que muy probablemente pagarán en el futuro, logren
refrigerar la central nuclear. Es verdad que el tiempo corre a
nuestro favor, que en el núcleo cada vez hay menos calor
residual y que refrigerarlo debe ser cada vez más fácil…si la
contención primaria no está demasiado dañada y si no surge un
nuevo imprevisto. <br>
<br>
Espero también firmemente que el suceso tenga la trascendencia
que merece en nuestro país y que la central gemela de Fukushima,
Garoña, cumpla el calendario de cierre establecido. <br>
<br>
Ladislao Martínez López</font></font>
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