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Article interessant: <br>
<pre wrap=""><a href="http://www.infocop.es/view_article.asp?id=5324&cat=">"Los intereses que hay detrás del diagnóstico del TDAH-Entrevista a Marino Pérez Álvarez"</a>
</pre>
<pre class="moz-signature" cols="72">--
Marc
CÒPIA:
</pre>
<table width="100%" cellpadding="0" cellspacing="4" border="0">
<tbody>
<tr>
<td class="heading" colspan="2" height="25"><span
class="titulo3">Los intereses que hay detrás del
diagnóstico del TDAH-Entrevista a Marino Pérez Álvarez </span>
</td>
</tr>
<tr>
<td class="FECHAnoticia" colspan="2">
<p>Infocop | <span class="article-date">23/10/2014 5:00:00</span></p>
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<tr>
<td colspan="2"><br>
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<tbody>
<tr>
<td class="TEXTOnoticia" valign="top"><span
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<table style="TEXT-ALIGN: center" width="100%"
cellpadding="0" cellspacing="0" border="0">
<tbody>
<tr>
<td style="VERTICAL-ALIGN: top" width="70%">
<p align="justify">En los últimos años, el
estudio sobre el Trastorno por Déficit
de Atención e Hiperactividad (TDAH) ha
suscitado una gran <b>controversia</b>.
A pesar de la multitud de
investigaciones surgidas en torno a este
trastorno, sigue sin existir consenso ni
claridad en muchos de los aspectos que
conforman el TDAH y su abordaje, lo que
ha provocado una división en la
comunidad científica, clínica y
educativa.</p>
<p align="justify">Así, mientras que una
parte afirma que se trata de un
trastorno neurobiológico cuya elevada
prevalencia representa un “problema de
salud pública”, la otra pone en tela de
juicio la existencia misma de la
hiperactividad, considerándola como una
invención sin base científica parapetada
tras la industria farmacéutica, cuya
influencia tanto en la elaboración y
desarrollo de Guías de Práctica Clínica
(especialmente la española), como en el
DMS (Manual Diagnóstico y Estadístico de
los Trastornos Mentales) ha sido
ampliamente cuestionada.</p>
<p align="justify">Para abordar este tema
en profundidad, <i>Infocop Online</i>
ha querido entrevistar a <b>Marino
Pérez Álvarez</b>, psicólogo
Especialista en Psicología Clínica y
catedrático del Departamento de
Psicología de la Universidad de Oviedo,
que, junto con <b>Fernando García de
Vinuesa</b> y <b>Héctor González
Pardo</b>, es coautor del Libro
“Volviendo a la normalidad. La Invención
del TDAH y del Trastorno bipolar
infantil”, a través del cual se realiza
una amplia reflexión sobre todo lo
anteriormente planteado, cuestionándose,
entre otras muchas cosas, si la
hiperactividad y el Trastorno bipolar
infantil son <i>“entidades clínicas o
en realidad son problemas normales con
los niños o ni siquiera problemas que,
sin embargo se patologizan”</i>.</p>
</td>
<td style="VERTICAL-ALIGN: top; TEXT-ALIGN:
right" width="30%">
<table width="100%" cellpadding="0"
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<tbody>
<tr>
<td style="BACKGROUND-COLOR:
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<table width="100%"
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<tbody>
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<tr>
<td valign="top"
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<div align="center"><span
class="v1">Marino
Pérez Álvarez</span></div>
</td>
</tr>
</tbody>
</table>
</td>
</tr>
</tbody>
</table>
</td>
</tr>
<tr>
<td style="VERTICAL-ALIGN: top" colspan="2">
<p align="center"><b><font color="#6699cc">ENTREVISTA</font></b></p>
<p align="justify"><b>Para introducir el
tema, ustedes presentan su obra como
una extensión al ámbito infantil de su
anterior libro “La invención de los
Trastornos Mentales” (González Pardo y
Pérez Álvarez, 2007), ¿podría
explicarnos el planteamiento de
partida de este nuevo libro? </b></p>
<p align="justify">El libro anterior
estaba centrado en el ámbito adulto,
donde mostramos cómo, por ejemplo, la
industria farmacéutica había logrado
convertir la timidez de siempre en la
categoría diagnóstica de fobia social,
había recortado los síntomas más
somáticos de la ansiedad para sacar el
trastorno de pánico o había lanzado la
depresión a niveles epidémicos, todo
como estrategia para comercializar
ciertos fármacos. Muchos nos preguntaban
si algo de esto no estaría ocurriendo
también en la infancia, señalando
siempre al TDAH.</p>
<p align="justify"><b>En páginas iniciales
nos hablan del fenómeno de
“Mcdonalización de la infancia”, ¿en
qué consiste y cómo se relaciona con
el TDAH y el Trastorno bipolar
infantil?</b></p>
<p align="justify">Es una expresión
acuñada por el psiquiatra infantil
británico <b>Sami Timimi</b> para
referirse a la patologización
consistente en diagnosticar y medicar
problemas normales que los adultos
suelen tener con los niños y los
adolescentes, típicamente, problemas de
conducta relacionados con la atención y
la dedicación a las tareas que
“debieran” (de lo que sale el TDAH), así
como con los berrinches y cambios de
humor (de lo que sacan el trastorno
bipolar o “trastorno de la desregulación
disruptiva del humor”, como viene en el
DSM-5).</p>
<p align="justify"><b>A la hora de
diagnosticar ambos trastornos, ¿qué
papel juegan las clasificaciones
diagnósticas, tales como el DSM y el
CIE?</b></p>
<p align="justify">Juegan un doble papel,
como presunta descripción de entidades
diagnósticas ahí dadas y como
legitimación para su uso clínico y
político (estadístico, criterios para
prestación de ayudas, priorización de
temáticas de investigación). Sin
embargo, tales sistemas de clasificación
carecen de validez (discriminativa,
predictiva y conceptual), por más que
puedan tener fiabilidad. Como bien sabe
cualquier psicólogo, la fiabilidad no
garantiza que aquello medido sirva para
lo que se mide. Esta falta de validez
está reconocida por importantes
instituciones dentro la propia
psiquiatría, entre ellas el Instituto
Nacional de Salud Mental de EEUU y la
Red de Psiquiatría Crítica que lidera
una campaña para la abolición
precisamente de esos sistemas, por no
hablar de otras instituciones y campañas
como la Campaña Internacional Stop DSM
de la plataforma A favor de la
Psicopatología Clínica, que no
Estadística, así como la posición
crítica de la Asociación Británica de
Psicología con su llamamiento
internacional para abandonar
definitivamente el modelo de “enfermedad
y diagnóstico” en salud mental.</p>
<p align="justify"><b>Centrándonos ya en
el TDAH, ¿por qué su aceptación está
tan generalizada? ¿Realmente es más
frecuente de lo que se cree?</b></p>
<p align="justify">Aunque está en
entredicho, su aceptación es amplia, si
es que no generalizada. Ello se debe a
una armonización de intereses, donde el
problema vino curiosamente después de la
solución. El caso es que el TDAH, como
diagnóstico oficial, supone una solución
para padres, clínicos, profesores,
investigadores, políticos y fabricantes
de fármacos. Así, los padres que están
desbordados con problemas de atención y
actividad de sus hijos, encuentran en el
diagnóstico una explicación
relativamente “tranquilizadora”, un
tratamiento por lo común medicación
(como en cualquier enfermedad), así como
comprensión, y puede que subvenciones de
los laboratorios y del Gobierno. Por su
parte, los clínicos “identifican”
problemas más frecuentes de lo que se
creía (según reza un eslogan) y, en
particular, pediatras y psiquiatras dan
“soluciones” establecidas y los
psicólogos y psicopedagogos se dan a sí
mismo estatus al modo médico. Los
profesores también encuentran su
justificación y “alivio” al saber que
tal niño es “un TDAH” y los propios
centros escolares también pueden tener
su recompensa si reciben ayudas por
casos diagnosticados, y estos quedan
excluidos de las evaluaciones por las
que se mide su nivel. Los investigadores
tienen una mina para llevar a cabo
estudios con la garantía de encontrar
algo en lo que seguir profundizando. Los
políticos también encuentran oportunidad
para atender necesidades especiales
reclamadas por unos y otros. Al final,
los fabricantes de los medicamentos son
los que se llevan el pastel, con el
“trabajo sucio” de la reivindicación y
oficialización hecha por otros.</p>
<p align="justify">¿Dónde está el
problema, si todos ganan? El problema es
para los niños, tanto más en la medida
en que vivan “dopados” y sin haber
aprendido posibles regulaciones de la
atención y la actividad en función de
contextos y tareas. Eso sí, podrán
continuar la carrera TDAH como adultos.</p>
<p align="justify"><b>En la actualidad se
está extendiendo el diagnóstico de
TDAH a los adultos, ¿qué opina a este
respecto?</b></p>
<p align="justify">Es una extensión
descarada de un “trastorno” típico de la
infancia -donde ya carecía de entidad
clínica-, para ampliar el mercado de la
medicación. Como dice el psiquiatra <b>Allen
Frances</b> en su “manifiesto contra
los abusos de la psiquiatría” (en
“¿Somos todos enfermos mentales?”), este
diagnóstico podría convertirse en una
moda. Ciertamente, el diagnóstico es muy
fácil de hacer y de cumplir. A no ser
que uno esté haciendo un cursillo Zen o
todo le dé un poco igual, cualquier
adulto medianamente atareado, sin
siquiera llegar a estresado,
difícilmente no puntuará en los ítems
como se mide: “¿con qué frecuencia tiene
dificultad para acabar los detalles de
un proyecto, para ordenar las cosas en
una tarea que requiere organización y
para recordar citas u obligaciones?” y ,
“¿con qué frecuencia evita o retrasa
tareas que requieren pensar mucho, agita
o retuerce la manos o los pies cuando
tiene que permanecer sentado mucho
tiempo y se siente demasiado activo e
impulsado a hacer cosas, como si lo
empujase un motor?”.</p>
<p align="justify">De nuevo, todos
contentos: los propios pacientes que
ahora se explican sus problemas, los
clínicos como sagaces diagnosticadores
dando en el clavo, y la industria que
una vez más se las ha industriado para
ampliar el mercado. Es interesante
reparar, como señalamos en nuestro
libro, el trasvase de diagnósticos de la
infancia a la vida adulta a cuenta del
TDAH, y de la vida adulta a la infancia
a cuenta, en este caso, del trastorno
bipolar facturado para niños y
adolescentes como “trastorno de la
desregulación disruptiva del humor”. </p>
<p align="justify"><b>En relación con el
tratamiento médico, según datos del
Informe del Observatorio Europeo de
Políticas y Sistemas Sanitarios de la
OMS, en los últimos años ha habido un
aumento significativo de
prescripciones de psicofármacos
directamente proporcional al número de
diagnósticos de hiperactividad. Sin
embargo, los datos señalan claras
diferencias entre los países de la
Unión Europea, ¿a qué cree que se debe
esta disparidad entre países? </b></p>
<p align="justify">Así, por ejemplo,
España está en la cabeza del diagnóstico
de TDAH y de la correspondiente
prescripción de estimulantes, con una
tendencia creciente después de la
iniciativa del Congreso de los Diputados
para dedicarle un día internacional y de
su inclusión en la LOMCE, mientras que
en Francia apenas existe. En Francia,
por las razones que sean, el abuso de
los sistemas diagnósticos y del
marketing farmacéutico es menor, al
menos, en este caso, cosa que supongo
estará preocupando a la industria del
ramo. Puede deberse a que en Francia los
problemas con los niños, por los que en
otros países se diagnostica TDAH, están
integrados y asumidos en la educación
familiar. Puede que, además, la mayor
presencia de la tradición psicodinámica
prevenga esa tendencia a patologizar los
problemas normales. Por su parte, en
España, la “conexión” entre la industria
(particularmente la compañía Shire, que
es la que más preparados tiene en
cartera para el TDAH) y la práctica
clínica parece ser más fluida, vía
Parlamento Europeo (con su libro blanco
sobre el TDAH), Congreso de los
Diputados, Ley de Educación (LOMCE) y
Comunidades Autonómicas particularmente
sensibles a estas “necesidades
especiales”. Todo ello, seguramente,
después de que los políticos fueran
influidos por oportunos Planes de Acción
promovidos por la propia industria, con
la inestimable ayuda de “expertos” y
“líderes de opinión”. Al final,
pareciera que lo políticamente correcto
fuera subirse al carro del TDAH, al
margen de lo científicamente correcto
que sea y de a qué intereses sirva. ¿Es
que los políticos no tienen cosas
mejores que hacer, empezando por
preocuparse por la patologización de la
infancia, en vez de contribuir a ella? </p>
</td>
</tr>
</tbody>
</table>
<table style="TEXT-ALIGN: center" width="100%"
cellpadding="0" cellspacing="0" border="0">
<tbody>
<tr>
<td style="VERTICAL-ALIGN: top" width="30%">
<table width="100%" cellpadding="0"
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<tbody>
<tr>
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<table width="100%"
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<tbody>
<tr>
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</tr>
</tbody>
</table>
</td>
</tr>
</tbody>
</table>
</td>
<td style="VERTICAL-ALIGN: top" width="70%">
<p align="justify"><b>A su juicio,
¿considera que en España se están
siguiendo las recomendaciones
sanitarias básicas en cuanto a la
prescripción de medicación para este
trastorno? Y en el resto de países,
¿se están siguiendo las incluidas en
las Guías de Práctica Clínica
internacionales?</b></p>
<p align="justify">De acuerdo con nuestro
planteamiento, según el cual el TDAH no
sería más que una etiqueta para ciertos
problemas que los adultos tienen con la
atención y la actividad de los niños,
sin la presunta entidad clínica (ni
diagnóstica ni etiológica) ni tampoco
medicación específica que se supone, ya
la existencia de Guías de Práctica
Clínica es presuntuosa, como si hubiera
guías, permítase el ejemplo, para
“endemoniados”: dando por hecho de que
existen, pero reclamando una práctica
sensata a fin de evitar el
sobrediagnóstico y a la vez asegurar que
los casos auténticos no queden sin
diagnosticar. Dada la
“institucionalización” que ya tiene el
TDAH (como diagnóstico oficial,
reconocimiento como necesidad educativa
especial, profesionales que lo tratan,
asociaciones de afectados, etc.), las
Guías son necesarias, pero para
desenmascarar los mitos e intereses
creados a su costa y resituar el
problema en su contexto que no es otro
que el del aprendizaje y educación de la
atención y la actividad de los niños,
seguramente una tarea más difícil de lo
que se pensaba, sobre todo, en el mundo
de hoy. </p>
</td>
</tr>
<tr>
<td style="VERTICAL-ALIGN: top" colspan="2">
<p align="justify">Sin negar el problema,
su solución no debiera ser a costa de
“enfermar” a los niños. En vista de lo
visto, habría que cuidar mucho, y todo
celo aquí sería poco, acerca de que las
Guías no estén “asesoradas” por expertos
con intereses en el diagnóstico, lo que
sería como si los lobos hicieran los
cercados para las ovejas.</p>
<p align="justify"><b>Recientemente, el
Gobierno ha hecho pública la intención
de actualizar la Guía de Práctica
Clínica sobre el TDAH del Ministerio
de Sanidad, Política Social e Igualdad
a lo largo de este año 2014. Como
experto en el tema, ¿qué cambios
introduciría a fin de mejorar la
versión actual? </b></p>
<p align="justify">Ante todo, habría que
cambiar los “expertos” que asesoren y
elaboren la Guía que pudieran tener
intereses en “mejorar” la Guía. Cuanto
más se parezca la Guía al análisis
crítico del Boletín de Información
Farmacoterapéutica de Navarra titulado
“Atentos al déficit de atención (TDAH):
entre la naturaleza incierta y la
prescripción hiperactiva”, mejor será.
Otra buena guía es la dirigida por el
psiquiatra infantil británico Sami
Timimi titulada “<i>Mis-Understanding
ADHD The complete guide for parents to
alternatives to drugs</i>”.</p>
<p align="justify"><b>Como ya sabe, la
nueva Ley de Educación Española
(LOMCE) contempla el TDAH dentro del
grupo de niños con Necesidades
Educativas Especiales, ¿qué
implicaciones tiene su inclusión
dentro de la Ley? ¿Cómo se explica
usted que se haga mención expresa al
TDAH a pesar de la controversia
existente por la falta de evidencia
científica con respecto a su
existencia y que, sin embargo, la
LOMCE no contemple expresamente otros
como, por ejemplo, los trastornos del
Espectro Autista? </b></p>
<p align="justify">Los políticos,
empezando por el Parlamento Europeo, el
Congreso de los Diputados de España y
ahora la LOMCE han tomado cartas en un
asunto sub iúdice, decantándose por un
lado de la controversia, el que al final
resulta insostenible. Dejando aparte su
buena intención, los políticos han
optado por lo que creen “políticamente
correcto”, a expensas de lo que sería
científicamente correcto, como mínimo,
abstenerse de terciar en un tema que se
habría de dirimir en un plano de
revisión crítica y, como mejor,
preocuparse por la posible
patologización de la infancia. Esta
decantación se debe, en mi opinión, al
poderoso lobby farmacéutico, que supo y
pudo influir en las decisiones
políticas. Y ahora ahí tienes a los
políticos y las políticas haciendo lo
que en cierta manera no deja de ser el
“trabajo sucio” de la industria, como lo
pueda ser la propaganda y oficialización
de un diagnóstico sin fundamento del que
harán negocio.</p>
<p align="justify"><b>En este libro se
menciona el concepto de <i>disease
mongering</i> o promoción de
enfermedades aplicado al TDAH, ¿qué
resultados persigue? ¿Cómo se
relaciona con las iniciativas
anteriores?</b></p>
<p align="justify">La expresión define una
estrategia de marketing farmacéutico
consistente, efectivamente, en promover
enfermedades, tratando de convencer a
gente que está esencialmente bien, de
que está enferma, y a gente que está
algo enferma de que está muy enferma,
con el fin de buscar un mercado para un
preparado. La expresión fue acuñada en
1992 por la periodista <b>Lynn Payer</b>,
especializada en temas médicos, en su
libro “Promotores de enfermedades: lo
que hacen los médicos, las compañías
farmacéuticas y las aseguradoras para
que se sienta usted enfermo.” La
expresión tuvo un relanzamiento de parte
del también periodista y académico con
publicaciones en las principales
revistas médicas <b>Ray Moynihan</b>,
autor del libro “Vendiendo
enfermedades”. Esta estrategia no
respeta ni a la infancia, tomada como
“nicho” de expansión de medicamentos.</p>
<p align="justify"><b>De acuerdo con el
título del libro, ¿cómo se puede
“volver a la normalidad”? ¿Qué papel
puede jugar la Psicología en este
sentido?</b></p>
<p align="justify">No es fácil volver a la
normalidad, dada la armonía de intereses
implicados en la patologización. Pero
tampoco es para resignarse, ni
conformarse con libros
desenmascaradores, por más que
necesarios. La posible vuelta a la
normalidad tiene varios frentes y
niveles. Uno es el desmantelamiento de
la “máquina del marketing” que, de
acuerdo con Allen Frances, supone entre
otras acciones acabar con las campañas
de “sensibilización a la población” (so
pretexto de concienciación y educación
de la gente), acabar con el respaldo
financiero por parte de la industria a
sociedades de pacientes, así como a
organizaciones médicas profesionales y a
agencias de investigación y acabar
también “con las fiestas, cenas, regalos
promocionales y formación médica a
doctores o estudiantes de medicina por
la industria farmacéutica”. </p>
<p align="justify">Hay otro nivel más
básico, concerniente a la educación
propiamente de la gente, empezando por
los niños, en la dirección de promover
un sentido de persona que enfatice la
fortaleza y capacidad de recuperación en
vez de la vulnerabilidad, el
desvalimiento y el victimismo. La vuelta
a la normalidad pasa por reasumir los
problemas de la vida, como tales
problemas, en vez de como supuestas
enfermedades. El eslogan sería: “más
hacerse cargo de la vida que
victimarse”. Es de esperar que el
consumo inteligente llegue también al
afrontamiento de los problemas normales
de la vida. </p>
<p align="justify">Por su parte, la
Psicología tiene un doble papel
consistente en desvelar la
patologización y predicar con el
ejemplo. Si el primer papel lo
representan libros como el nuestro,
mostrando que los problemas de la vida
no por serlo son problemas psicológicos
y que los problemas psicológicos no son
enfermedades, el segundo se lleva a cabo
en la propia práctica profesional. Se
refiere, por ejemplo, a la
“normalización de los problemas”, como
de hecho ya es usual en Psicología, que
es tomarlos en serio y, a la vez,
situarlos en el contexto de la propia
vida como respuestas normales dadas las
circunstancias. Se refiere también a la
posibilidad de prestar ayuda sin
sentirse obligado ni en la necesidad de
emitir diagnósticos, definiendo el
problema en sus propios términos. Los
diagnósticos formales los necesitan los
sistemas burocráticos para sus
estadísticas, no tanto los propios
pacientes, consultantes o usuarios, como
no sea para informes y facturaciones. Lo
que necesitan los clínicos son
evaluaciones, valoraciones, análisis
funcionales, “diagnósticos relacionales”
y, en definitiva, discernir, distinguir
y reconocer, que es lo que significa
“diagnosis”. Dentro de esto, acaso
bastarían unas cuantas grandes
distinciones “clásicas”, no superadas,
relativas a problemas neuróticos,
psicóticos, del desarrollo y de la
personalidad, de acuerdo con Sami Timimi
en su entrevista en <i>Infocop</i> (<a
href="http://www.infocop.es/view_article.asp?id=5225">http://www.infocop.es/view_article.asp?id=5225</a>).
Los consultantes requieren, a veces, un
diagnóstico que, por lo demás, puede ser
“tranquilizador” y hasta terapéutico y
que el clínico no tendría dificultad en
proporcionar e integrar en la ayuda que
presta. Un clínico puede ser “ateo” de
los diagnósticos y utilizarlos cuando
sea requerido, del mismo modo que si
fuera ateo propiamente dicho respetaría
las creencias religiosas de sus
clientes, incluyendo su posible
contribución a la ayuda.</p>
<p align="justify"><b>Para finalizar, ¿le
gustaría añadir algún otro comentario?</b></p>
<p align="justify">No son infrecuentes
críticas al TDAH señalando que el
problema con él es el posible
“sobrediagnóstico”, cuando el problema
es, en realidad, su entidad. Se suele
señalar también que el TDAH requiere un
abordaje “multidisciplinar”, convocando
a pediatras, neurólogos, psiquiatras,
psicólogos, pedagogos. Por sensato que
parezca semejante abordaje, en este
caso, no hace sino acumular “datos”, de
los que “sacar tajada”. De nuevo, la
cuestión es de entidad. No si se
diagnostican demasiados “endemoniados”,
porque solamente fueran unos pocos los
auténticos, sino qué entidad es ésa, qué
se quiere decir con esa etiqueta y qué
problema refiere. </p>
</td>
</tr>
</tbody>
</table>
</span></td>
</tr>
</tbody>
</table>
</td>
</tr>
</tbody>
</table>
<pre class="moz-signature" cols="72">
</pre>
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