<div class="antetitulo_contexto"><a href="http://www.diagonalperiodico.net/El-FMI-desembarca-en-el-Norte.html">http://www.diagonalperiodico.net/El-FMI-desembarca-en-el-Norte.html</a><br><br>ANÁLISIS
| <span class="antetitulo_normal"> en menos de un año diez países
han abierto líneas de crédito con esta institución</span>
</div>
<h1 class="titre-texte">El FMI
desembarca en el Norte</h1>
<div class="surtitre-article"><br>Jérôme
Duval*</div>
<div class="antetitulo_contexto">Lunes 5 de abril de 2010.
Número 123
</div>
<div class="texte"><p class="spip">El
20 de agosto de 1982 México fue el primero de una larga lista de países
‘en desarrollo’ que ya no pudo reembolsar una deuda descomunal. El FMI
apareció en escena como un prestamista de último recurso y, cual bombero
pirómano, repartió sus préstamos con el fin de reembolsar a los
acreedores. Esos préstamos están condicionados a un programa de ajuste
que impone medidas estructurales y medidas de choque: privatizaciones
masivas; liberalización de la economía y apertura de los mercados;
reducción drástica de los presupuestos sociales; supresión de las
subvenciones a los productos básicos; desarrollo de monocultivos de
exportación en detrimento de los cultivos para consumo propio;
incremento de los tipos de interés para atraer capitales...</p>
<p class="spip">Como ya pronosticaba Michel Camdessus, director del FMI
entre 1987 y 2000: “Todas las trabas a la liberalización del comercio
serán suprimidas, dejando a las empresas en libertad de producir y
exportar sus productos como quieran y como decida el mercado”.
El mecanismo sutil de un neocolonialismo económico se instala a largo
plazo: el servicio de la deuda viene a engrosar a los acreedores y las
políticas instauradas en los países con acuerdos con el FMI pasan por el
control de Washington. Ya no hay soberanía: las instituciones
financieras internacionales imponen la voluntad de los acreedores y
abren el camino a las multinacionales, la mayor parte de las cuales
tiene sede en el Norte. Para demostrar la omnipotencia del FMI,
recordemos que el brasileño Lula tuvo que firmar una carta
comprometiéndose a respetar los acuerdos pasados entre su país y el FMI
antes de su llegada al poder en 2002.</p>
<p class="spip"><strong class="spip">Crisis de legitimidad</strong></p>
<p class="spip">Muchos países en desarrollo, que eran autosuficientes en
productos alimentarios a principios de los años ‘80 (como Haití con el
arroz), hoy tienen que importar los alimentos necesarios para su
población. La agricultura subvencionada de los países occidentales ha
inundado el Sur, arruinando a decenas de miles de familias y
expulsándolas de sus tierras hacia barriadas de chabolas. También
Senegal tiene que importar todos los ingredientes de su plato nacional,
el pollo Yassa. Cuando los especuladores se abalanzan sobre esos
productos en la Bolsa de Chicago, como ocurrió en 2008, cuando los
precios se multiplicaron en los mercados locales y decenas de países se
vieron en situaciones dramáticas de hambruna.</p>
<p class="spip">Como consecuencia del abandono de las subvenciones a
productos de primera necesidad impuesto por el FMI, los movimientos de
oposición se han multiplicado en el último cuarto de siglo. Los
disturbios contra el FMI estallan a intervalos regulares en el Sur. Por
ejemplo en Perú, en 1991, cuando el precio del pan se multiplicó por 12
en una noche, o el de Caracazo (Venezuela), en 1989, tras la aplicación
de un plan de ajuste estructural que terminó con tres días de disturbios
que ocasionaron numerosos muertos.</p>
<p class="spip">Ante la impopularidad de las condiciones vinculadas a
sus préstamos, varios países (Brasil, Argentina, Uruguay, Indonesia,
Filipinas, Turquía...) reembolsaron anticipadamente su deuda con el FMI a
principios del siglo XXI. El saldo pendiente de los créditos del FMI
cayó en picado y, en primavera de 2008, la institución se vio obligada a
despedir a 380 empleados y a vender parte de su oro. Por otra parte, la
institución se enfrenta a una grave crisis de legitimidad y los tres
últimos directores del FMI han dimitido antes del final de su mandato.</p>
<p class="spip"><strong class="spip">El FMI y la crisis</strong></p>
<p class="spip">En el G-20 de Londres de abril de 2009, el FMI vio
triplicarse sus recursos con el fin de que pudiera multiplicar sus
préstamos en todas las direcciones. Las condiciones son severas en todas
partes: reducción o congelación de los salarios de los funcionarios,
reducción de las pensiones de jubilación, privatización de las empresas
públicas, etc. Una decena de países de Europa del Este ha abierto líneas
de crédito con el FMI en menos de un año, y en Ucrania se espera la
visita de una delegación del Fondo a finales de marzo. Si Letonia quiere
seguir recibiendo financiación del FMI y de la UE, debe tomar la
decisión de reducir un 20% los salarios de los funcionarios y un 10% las
pensiones de jubilación. Esas políticas suscitan reacciones de la
población, que se echa a la calle: huelgas generales que se suceden en
Grecia, manifestaciones de profesores en Letonia, de funcionarios en
Rumanía, o el rechazo por referéndum del 90% de la población islandesa a
reembolsar una deuda que consideran ilegal...</p>
<p class="spip">John Lipsky, el número dos del FMI y ex alto cargo de la
banca JP Morgan, previno a los países desarrollados de que deben
preparar a la opinión pública para las próximas medidas de austeridad,
como la disminución de los subsidios por enfermedad y de la jubilación.
Si los pueblos no se oponen tenaz e inmediatamente a las exigencias del
FMI y de los gobiernos del Norte al servicio de los mercados
financieros, tendrán lugar unas regresiones sociales de gran alcance que
es urgente impedir.</p>
<p class="spip"><i class="spip">* Jérôme Duval es miembro del CADTM
internacional (Traducción Cristina Ridruejo)</i></p></div>
<p class="spip"><strong class="spip">El consenso de Washington</strong></p>
<p class="spip">Hoy en día, son 186 los países miembros del Fondo
Monetario Internacional y el Banco Mundial, instituciones cuyas sedes
están a dos pasos la una de la otra, y cerca de la Casa Blanca, en la
capital de EE UU. Esa cercanía es también ideológica: ambas promueven el
famoso Consenso de Washington, cuyos diez mandamientos son prescritos a
los países sobreendeudados mediante planes de ajuste estructural como
contrapartida a nuevos préstamos. Su funcionamiento, que sigue la regla
“un dólar, un voto”, permite que esas dos instituciones sean controladas
por los países ricos, especialmente EE UU, que por sí mismos disponen
de una minoría de bloqueo.</p><div style="visibility: hidden; display: inline;" id="avg_ls_inline_popup"></div><style type="text/css">#avg_ls_inline_popup { position:absolute; z-index:9999; padding: 0px 0px; margin-left: 0px; margin-top: 0px; width: 240px; overflow: hidden; word-wrap: break-word; color: black; font-size: 10px; text-align: left; line-height: 13px;}</style>